Publicado 13/10/2013 12:00

Carlos Carnicero.- España, historias inacabables.

MADRID, 13 Oct. (OTR/PRESS) -

Una de las pocas ventajas que nos quedan a los españoles es que ausentarnos del país no conlleva pérdida de ningún detalle. El caso Urdangarin, la deriva soberanista, los papeles de Bárcenas y un largo etcétera que ocupa las primeras páginas de los periódicos, se enrocan y se enroscan sin que se atisbe el resultado ni se suponga un desenlace.

La marca España, esa conceptualización que pretende que la realidad es disimulable, tiene pocas trencillas en el extranjero. Cuando uno viaja le hablan del Barça o del Madrid; de Rafael Nadal, de Cristiano o de Lionel, y de los fallos de Ferrari en relación de la esperanza difuminada de un nuevo campeonato de Fernando Alonso. Si alguna vez pretendimos jugar en lo que José María Aznar denominaba con prepotencia impostada, la "premier" de las naciones, hace tiempo que es un quimera que parece inalcanzable.

Además, los recortes nos han alejado de la competitividad derivada de la progresión del I+D, las reformas/recortes de educación nos auguran generaciones establecidas en diferencias culturales y los jóvenes más preparadas de la historia de España están tiradas por los aeropuertos víctimas de contractos falsos en lo que la ministra de Trabajo llama "nuevas oportunidades en el extranjero". La pretensión de que la economía se recupera tiene que ver con el acogotamiento del calendario electoral que ya amenaza con las primeras elecciones, las europeas, el año que viene.

El desempleo sigue siendo la gran lacra; hay índices de pobreza que se acercan a los del tercer mundo. Y lo único que avanza son las desigualdades en un hemisferio en donde a pesar de la crisis o gracias a ella hay más ricos cada año y muchos más pobres. Si la recuperación es devolver los derechos que se han arrebatado, nunca estaremos recuperados, o por lo menos tardaremos décadas.

Explicar lo que pasa en España a colegas extranjeros no es fácil; o por lo menos es muy difícil tamizar la realidad de un país que en voz de sus gobernantes creía tener derecho a estar en el G-8 y en realidad está en un pozo. Internacionalmente tenemos poco que ofrecer porque los servicios exteriores están bajo mínimos y los de inteligencia cierran estaciones del CNI para ahorrar también por ahí. La política exterior de España se ha reducido a nuestras peleas con Gibraltar.

No se recuerda una reunión Europea en la que España haya sacado pecho y la próxima Cumbre Iberoamericana de Panamá, en donde no estará presente el Rey de España, que era nuestro último reclamo de marketing, tal vez por lo excéntrico de un rey latino, si se salva será por un nuevo remember de la vieja madre patria.

Volver a España después de un viaje de trabajo es subirse de nuevo a un tiovivo que no se ha movido un centmue gira con de España se ha reducido a nuestras peleas con Gibraltar.erados, o por lo menos tardaremos dmlecciones, las europeímetro, que gira con la misma música y que solo cambia en que siendo los mismos caballitos, están un poco más desteñidos.

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