MADRID 29 Abr. (OTR/PRESS) -
Nos hemos acostumbrado a convivir con Baltasar Garzón hasta el punto de que la vida sin este magistrado en la Audiencia Nacional no sería la misma. Lo ha protagonizado casi todo. Se introdujo en nuestra existencia -hace veinticinco años- con la 'operación Nécora' por la que tuvo en prisión preventiva a personas de la 'jet set' y a industriales respetados durante largo tiempo. Luego fueron declarados inocentes.
Su instrucción del caso GAL estuvo acompasada a sus propios tiempos: la empezó en el juzgado, la rumió durante la campaña electoral en la que fue número dos del PSOE por Madrid por encima de Javier Solana y la desempolvó cuando su desavenencia con Felipe González le instó a utilizar lo que tenía en sus cajones para tratar de meterle en la cárcel. Fue el alma de la Ley de Partidos tanto como ahora quiere ser su sepulturero. Le dio tiempo a intervenir en el asunto Sogecable y expulsar de la carrera judicial a su íntimo amigo Mariano Gómez de Liaño y para detener en Londres al dictador Pinochet.
Ahora, en esta reencarnación, es juez de confianza del Ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba que era también del Gobierno de González en la época en la que Garzón cazaba socialistas. Pero en esta fase lunar de lapersonalidad de Garzón es en la que nos encontramos ahora.
No hay precedente en el mundo de un individuo, colocado en el universo judicial, que acapare todos los asuntos que le permitan algo de notoriedad. Tal pareciera que no hay otro juez en España que vaya a su trabajo por lamañana.
Pero eso es lo que hay. Y como a quien tenemos para todos los asuntos que tienen consecuencias políticas en España es a Baltasar Garzón, es él quien ha decidido que Acción Nacionalista Vasca no tiene relación con ETA. Que Dios nos la dé y que San Pedro nos la bendiga porque este es un asunto sencillamente de fe religiosa.
Carlos Carnicero