Actualizado 09/05/2008 02:00

Carlos Carnicero.- Una paz que comienza a ser insoportable

MADRID 9 May. (OTR/PRESS) -

La situación del Partido Popular ha dejado a España sin oposición. Si en la anterior legislatura la presión ejercida por el PP motivó crispación y enfrentamientos inadecuados para un sistema democrático consolidado, el autismo actual del PP ha generado un vacío político en el que el Gobierno se siente aparentemente cómodo. Pero es una comodidad con trampa incorporada, porque la controversia razonable entre el poder y la oposición forma parte de la vida democrática y traslada a los ciudadanos la sensación de que las instituciones están vivas. Ahora todo está en demasiada calma.

Mariano Rajoy trata de sobrevivir al tsunami que él mismo está colaborando en conformar. Sus silencios, sus indecisiones antológicas y su falta de ejercicio político, al margen de las disputas de su partido, crean un vacío que va a terminar por devorarle a él mismo. Los demás partidos no están mucho mejor. CiU ha mantenido una cuota razonable en las elecciones generales pero no termina de encontrar su espacio sin ocupar poder real en las instituciones. La proximidad del congreso de Convergencia Democrática de Cataluña le da a todo un cierto aire de provisionalidad. El PNV está en una encrucijada entre el pragmatismo y el soberanismo que le puede hacer tocar fondo con la pérdida del control sobre el Gobierno Vasco. Izquierda Unida lucha, sencillamente, por sobrevivir. El PSOE goza de una aparente buena salud pero tiene una situación complicada en el entendimiento de las elites del PSC con el resto del socialismo, cuyo primer contencioso es la financiación autonómica.

Todo esto ocurre en momentos de crisis económica. Desde esos parámetros no estaría mal que las energías se concentraran en sacar adelante la economía del país mientras los partidos superan sus crisis, salen de la UCI y deciden que la institucionalización de la vida política bien merecería la pena la modernización de las organizaciones políticas para adecuarlas a ser instrumento de la representación de los ciudadanos.

Carlos Carnicero

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