Actualizado 03/05/2009 14:00

Carlos Carnicero.- ¿Vuelve la lucha de clases?

MADRID 3 May. (OTR/PRESS) -

La concertación social es un acuerdo de mínimos entre dos partes que tienen distintos intereses. Naturalmente no es lo mismo una pequeña PYME familiar que una multinacional. Pero en principio, hay muchas cosas que separan a quienes trabajan de quienes contratan y algunas que les unen.

Durante mucho tiempo se estableció que los beneficios eran la condición del empleo: ese principio se sacralizó hasta el punto que se rompió la ecuación que debía determinar un cierto reparto en forma de aumento salarial, de consolidación de la antigüedad y de participación en la gestión y en los beneficios de las empresas. Nació una nueva casta que no eran los propietarios de los medios de producción sino sus administradores: terminaron por suplantar a la propiedad pero sin asumir sus riesgos y por un sistema de cooptación establecieron élites con salarios desproporcionados y sin ninguna relación ética con los trabajadores, que sólo terminan por ser un instrumento para consolidar sus posiciones.

Esta crisis ha tenido la virtualidad de despertar a los sindicatos de una cierta anestesia histórica que determinaba el chantaje de que se asentía por sistema a las condiciones de la patronal o sencillamente no había empleo. La cantinela de la movilidad, flexibilidad y precariedad ha sido una constante en época de bonanza y lo sigue siendo, con más intensidad, en época de crisis.

Este primero de Mayo ha sido una advertencia seria del mundo sindical soportada sobre la indignación de la forma en la que se ha producido la crisis financiera que ha terminado por arrastrar a la economía real. Si los partidos de izquierda y los sindicatos concilian fórmulas de cooperación de algunas de las dinámicas propias de la lucha de clases, la economía de mercado terminará por tener que cambiar las reglas de juego, establecer topes salariales para los elegidos y permitir que el estado haga un papel regulador. Los principios éticos deberán estar por encima de los contables. Toda una revolución.

CARLOS CARNICERO

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