MADRID 29 Ene. (OTR/PRESS) -
El presidente del Gobierno reapareció en un mitin en Albacete, delante de sus fieles, en busca de bálsamo para sus heridas, y la autocomplacencia fue respondida con aclamaciones: más de lo mismo. Ahora, además de Mariano Rajoy, el enemigo de referencia es José María Aznar, que se empecina en aumentar el rechazo que hizo salir al PP del Gobierno. Es difícil evitar una descalificación de los dos líderes del PP que se retroalimentan, el uno al otro, en busca de posiciones más radicales. Pero la respuesta contundente al PP no puede ser la base de ninguna política de Gobierno. Igual que ocurrió en la época de gobierno popular, parece que al final el Gobierno está haciendo oposición al PP, con la diferencia que en este caso la disposición del PP es sencillamente montaraz.
José Luis Rodríguez sigue esgrimiendo su infatigable capacidad para los lugares comunes. Quiere convencernos de que es un buen hombre, pensando que es la única condición exigible a un líder. Nos sigue comunicando que su afán es la paz. Evita conceptualizar su posición en este tema como una lucha contra ETA o combate contra el terrorismo. Sigue exhibiendo su bonhomía como valor seguro para la gobernación de España. Habla de sus estados de ánimo, de su disposición a trabajar por la paz, como si las políticas se pudieran cambiar por los sentimientos.
En esta España de barricadas en la que se ha constituido la política, tenemos por delante un inmenso diálogo de sordos en meses preelectorales en los que el Gobierno nos hablará de sus bondades, además en abstracto, pretendiendo que la política es cada vez más un acto de fe, un asunto religioso, en el que además se persigue a los infieles. Y el PP, en la toma de La Bastilla, exaltando las bajas pasiones.
Si la cosa sigue así habrá que consagrar a Josu Jon Imaz, presidente del Partido Nacionalista Vasco, como el político más brillante de España. Si el presidente del Gobierno fuera la mitad de claro que aquél, sentiríamos todos la sensación de que pudiéramos ser gobernados.
Carlos Carnicero