MADRID 2 Mar. (OTR/PRESS) -
Tampoco febrero fue un mes positivo para la bolsa española. Es verdad que por poco. Apenas 60 puntos apartaron al IBEX del cierre del pasado mes de enero. En todo caso, la volatilidad, los toboganes siguieron siendo la tónica de los mercados en general y del español en particular. Las malas noticias macroeconómicas que un día sí y otro también nos deja la mayor economía del mundo están en la raíz. En España, tampoco es que los datos sean mucho mejores. Las inmobiliarias, los bancos y las constructoras no dan un respiro. Acumulan problemas entrelazados en algunos casos de difícil y pronta solución. De hecho, esta semana el banco norteamericano Morgan Stanley ponía las cosas duras. Asegura que diversas empresas están pasando graves dificultades y que llaman a su puerta desesperadamente. Pero, a estas alturas ya sabemos que el Gobierno y su Oficina Económica están dispuestos a todo. Primero fue la idea de que el ICO saliera al rescate y ahora también los bancos. La cuestión es que no haya problemas graves antes de las elecciones del próximo domingo. Sin embargo, ya los problemas son complicados de ocultar y veremos qué pasa en los próximos días con la mayor inmobiliaria española Colonial. Las bolsas miran también el subidón del petróleo, la caída del dólar y el alza del oro. Todo en máximos con esa amenaza de los productores de crudo de no aumentar la oferta. En fin, otro mes para olvidar. El martes conoceremos los datos de paro registrado del mes de febrero. Ya sabemos que la inflación no da un respiro y que no tenemos alternativa de crecimiento. Lo que está claro es que gane quien gane las elecciones generales va a tener que trabajar duro para intentar corregir la acumulación de problemas que nos acompaña y que el Gobierno se empeña en no reconocer en toda su crudeza y por tanto no toma medidas. La economía española está creciendo ya al 2,6 por ciento, quizás menos, y el paro va a seguir aumentando. El debate Rajoy-Zapatero será una nueva oportunidad, la última, para conocer las soluciones. ¿Reconocerá el presidente por fin lo que está pasando y aportará alguna medida correctora?
Carmen Tomás