MADRID 13 Jul. (OTR/PRESS) -
Los inversores han vivido una semana de auténtico infarto. No es que hayan pasado miedo o pánico sino un auténtico episodio de psicosis. Los precios del crudo ha vuelto a marcar un récord histórico. El Brent alcanzó el viernes los 147 dólares y han vuelto, nunca se fueron, los rumores de quiebra y las certezas de malos tiempos para algunas entidades financieras norteamericanas. El Gobierno de Estados Unidos prepara planes de salvación después de que sus acciones cayeran alrededor del 40 por ciento.
Nadie pudo abstraerse a la evolución de estas entidades dedicadas básicamente a las hipotecas y que se llaman Fannie Mae y Freddie Mac y cuya situación deja claro que las turbulencias financieras que el mundo vive desde agosto pasado siguen ahí y bien vigentes. Lo han dicho muchos analistas, la desconfianza y las restricción del crédito o carestía del dinero que lleva aparejada esta crisis ni mucho menos ve ya la luz al final del túnel.
En España, enormemente necesitada de fondos, esta crisis está haciendo pupa y para los analistas aún no hemos visto nada. Para después del verano todo apunta a ajustes en el sistema financiero español ahogados por las deudas y los impagados. Los problemas se nos acumulan. Ya hemos conocido el IPC de junio, la tasa más alta en trece años, y en breve sabremos qué ha ocurrido con el crecimiento de la economía en el segundo trimestre, aunque ya nadie oculta, ni siquiera una parte del Gobierno que éste habrá sido cero si no negativo. Unos días más tarde verá la luz la EPA, que sin duda mostrará su lado más negativo. La palabra crisis, esa que no quería mencionar Zapatero, ha dado paso en apenas unos días a la temida recesión.
En todo caso, seguimos sin medidas contundentes y apropiadas y lógicamente la confianza se desploma y la bolsa no se puede quedar fuera de esta ola de datos negativos que van confirmando las peores expectativas de hace apenas unas quincenas.
El pánico, a la vista de las declaraciones y actuaciones, es que este Gobierno no está preparado para sacarnos de esta situación, ni siquiera para aliviarla.
Carmen Tomás.