MADRID 21 Oct. (OTR/PRESS) -
El 21 por ciento de los españoles vive bajo el umbral de la pobreza y ya una de cada tres familias no puede hacer frente a gastos imprevistos como, por ejemplo, la reparación de una tubería. Estos datos y algunos más nos los ofrece el INE. Unos días antes Cáritas, nuevamente, hacía un llamamiento recabando ayuda ante la avalancha de personas que acuden a sus instalaciones en petición de ayuda. Buscan comida, ropa e incluso algunos euros para poder encender la luz de sus casas. Además hemos sabido que un porcentaje no desdeñable_aunque sea ínfimo nunca es desdeñable_los hijos de muchos inmigrantes están riesgo alimenticio. El paro supera los cuatro millones y de acuerdo con un estudio realizado por el prestigioso despacho de Carlos Solchaga, en 2012 llegaremos a los cinco millones.
Los datos del presente resultan desoladores. Abruman a cualquiera y sobre todo a quienes los sufren. Este sufrimiento se está reflejando ya en la dispensación de recetas médicas prescribiendo ansiolíticos y antidepresivos. Realmente para muchos, muchísimos compatriotas, el despertarse todos los días se convierte en una auténtica losa. La vida, a muchos, les está resultando una travesía demasiado pesada.
Todo lo que ocurre merece nuestra atención: el volcán de la isla de El Hierro, el anunciado comunicado de ETA, la campaña electoral, la importantísima reunión de este fin de semana en Bruselas, la desaparición de los dos niños de Córdoba. El listado resulta interminable pero nada resulta más abrumador que el saber que no lejos de la casa de cada cual hay un nicho de sufrimiento, de abandono, de pobreza. Dicen algunos que todo esto se arregla cuando fluya el dinero, los bancos den créditos y las agencias de calificación dejen de volvernos locos. En gran medida tienen razón. La crisis es la gran hacedora de tanto sufrimiento y del aumento de la pobreza pero algunos sospechamos que no sólo es cuestión de dinero.
Tarde o temprano saldremos de esta y volverá a circular el dinero y los bancos darán crédito y como los humanos tenemos una memoria selectiva, es seguro que cuando volvamos a oler dinero olvidaremos la penuria. Y ese es el gran riesgo, que salgamos de la crisis económica sin abandonar comportamientos, actitudes, prioridades que tanto han ayudado a que estemos como estamos y que son corresponsables de la pobreza, de la penuria que, para vergüenza de todos, ya anida en España.