MADRID 21 Feb. (OTR/PRESS) -
José María Aznar inventó lo de la 'lluvia fina': machacar cual martillo pilón en la ceja de la credibilidad del gobierno, sin prisa pero sin pausa, para que la necesidad de alternancia vaya calando en el terreno abonado del malestar de la sociedad como única forma de arreglar los problemas, hasta que, ¡zas!, llega el vuelco en las urnas. Lo consiguió. Mariano Rajoy, de camino a su gran cambio (la conquista de la Moncloa), ha inventado las candidaturas 'en riego por goteo' a las elecciones autonómicas de mayo, primero los candidatos que ahora están en la oposición y después lo que ahora gobiernan. Una estrategia ciertamente de mundo al revés para lo que acostumbran ser los usos políticos, forzada por la pertinacia del trajeado presidente valenciano Camps en 'repetir' candidatura, con un plan A: que los tribunales librasen a Rajoy del cáliz de los trajes absolviendo o empapelando a Camps antes de que el líder del PP tuviese que presentarle, y un plan B: retrasar el mal trago hasta que físicamente no haya otro remedio, que es lo que parece que finalmente ocurrirá vistas las dilaciones que está sumando el caso
El sábado a quien le tocó el turno fue a la candidata castellano manchega y secretaria general del PP, Dolores Cospedal, que en todas las encuestas figura como futura inquilina del Palacio de Fuensalida, desplazando del poder a los socialistas... por primera vez desde que llego la democracia. Y hay que decir que en esta ocasión a Rajoy se le vio disfrutar de lo lindo. Cospedal es una de las mejores bazas del PP para mayo, y una de las apuestas políticas de las que el líder popular está más satisfecho
Fue en Albacete, ante unas 3000 personas que lograron emocionar de verdad con su entusiasmo (los políticos no son todo maquillaje, también tiene su corazoncito) a la 'homenajeada'. Esta por ver si, como dijo Rajoy, "el cambio empieza aquí y luego habrá un cambio en toda España", para que el PP pueda cantar ese bingo aun queda un rato. Lo que es verdad es que gracias al trabajo de pico y pala de Cospedal, que es muy de su tierra y se la ha pateado pueblo a pueblo y casa por casa, después de treinta seguidos con el mismo partido en el poder, la alternancia podría llegar a una de las pocas autonomías españolas que todavía no saben qué es eso. En este caso se trata del PSOE pero otras veces se trata del PP, o de los nacionalistas hegemónicos, da igual: el que sea. Se quedan treinta años porque así lo quieren las urnas, desde luego; pero abrir las ventanas, que entre el sol y corra el aire, barrer las telarañas, es de sobra sabido que no le sienta mal sino muy bien a la democracia.