Actualizado 15/10/2007 02:00

Consuelo Sánchez-Vicente.- Río abajo

MADRID 15 Oct. (OTR/PRESS) -

Está de moda echarle la culpa de todo al 'cambio climático'; pero, ¿es el río el que se mete en las calles 'por el cambio climático', o las calles las que han invadido el dominio del río? Las casas que se lleva la riada siempre parecen las mismas: las más modestas. Es decir, las más cercanas a las riberas, hoy del Girona, hace cincuenta años del Turia, hace veinticinco las de la confluencia entre el Júcar y el Escalona en la presa de Tous... Y las aguas que hace once años barrieron de la faz de la tierra el camping de Biescas en el barranco de Aras, recuerdan a las de Badajoz, Málaga, Tenerife: siempre al final de una rambla, de un torrente o de un barranco, o en un cauce solo aparentemente secos. Mañana, ¿dónde? Porque, si seguimos ignorando el mensaje del río, habrá una próxima vez

Las víctimas también son muy parecidas: las que no pueden pagarse una casa aguas arriba. Y la sensación de indefensión total que nos transmiten cuando cuentan que lo han perdido todo, hasta las fotos, idéntica. La misma desolación ante los mismos enseres que al día siguiente las teles nos muestran varados en el barro. Las vidas - y los sueños - que se lleva la riada siempre acostumbran ser las de las personas más humildes. No siempre es posible prevenir la desgracia, pero 'estas' sí. No es el río el que se mete en las casas, lo que el río hace cuando 'toca llover' es recuperar su dominio. No es él 'el asesino' ni 'el ladrón', si no la avaricia de quienes urbanizan cauces y torrenteras por enriquecerse; a veces sin permiso pero la mayoría de las veces con él. Casi siempre, con el permiso de la autoridad ¿competente?

Las ayudas a las víctimas de las riadas cada vez llegan antes en nuestro país, y esta vez también han llegado 'antes' las autoridades, los ministros y tal, hasta la Unidad Militar de Zapatero. No soy tan cínica como para pensar que es solo porque hay elecciones a la vista, pero aunque así fuera: bien está. Cuando la desgracia se consuma, lo primero es ayudar. Pero, la pregunta, y la cuestión, es cuánto tiempo más tardaremos en escuchar el mensaje del río. ¿Habrá 'próxima vez'? ¿O nos adelantaremos a la próxima riada? Avaricia y corrupción, estos son los culpables; y el remedio, pararlos. Parar a los especuladores salvajes del suelo y a los alcaldes no menos salvajes que recalifican hasta las macetas... no siempre para 'financiar' el ayuntamiento. ¿Para cuando una ley 'nacional' que prohíba construir y penalice con el máximo rigor a quienes construyen y a quienes autorizan construir en los cauces, en los torrentes, en las ramblas, en los barrancos, en las playas o en cualquiera de los dominios naturales del agua?

Consuelo Sánchez-Vicente

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