MADRID 18 Ene. (OTR/PRESS) -
En su primera comparecencia pública tras el agrio debate parlamentario del pasado lunes, el presidente Rodríguez Zapatero ha vuelto a repetir que pondrá "todo su empeño" en alcanzar "un gran consenso democrático" contra ETA en el que quepa también el PP, en el bien entendido en que para lograrlo todas las fuerzas democráticas, incluido el PP, deberían acudir al diálogo "sin ningún límite ni condición previa". A mí me parece una petición muy razonable ya que de lo que ahora se trata es de que los partidos políticos intenten encontrar nuevos puntos de encuentro, no de que se reafirmen en sus diferencias, que tal como quedó de manifiesto en el pleno del lunes son radicales, especialmente entre el Gobierno y su actual socio del Pacto por las libertades y contra el Terrorismo, el PP; pero también con el nuevo socio preferente que pretende atraer Zapatero al nuevo consenso, el PNV. Pero, al menos de entrada, la petición presidencial parece haber caído en saco roto
En la prensa de ayer, el presidente pudo desayunarse con las "condiciones previas" del PNV para sumarse al nuevo consenso; entre ellas algo tan absolutamente descabellado tan solo dieciocho días después del salvaje atentado de ETA contra la T4 como "el acercamiento" de los etarras presos a las cárceles vascas, y a la hora de comer ya tenía sobre la mesa las "condiciones previas" del líder del PP, entre ellas, la ilegalización del único partido del entorno etarra, el PCTV, que existe ahora mismo en las instituciones vascas. Esta es la realidad
"Si se quiere la unidad, se consigue", aseguró ayer el Presidente. Y, así es, en política querer casi siempre es poder. Y al menos en la lucha contra ETA así había sido hasta que ganó Zapatero; en el ya larguísimo pulso entre la democracia y el terror querer estar unidos ha bastado para encontrar puntos firmes y estables de unión en pos del objetivo común de acabar con ETA sobre la base de dos premisas, el reconocimiento de que el liderazgo contra el terrorismo corresponde al Gobierno, y la voluntad de todas las fuerzas políticas de no anteponer sus respectivos intereses partidarios a la búsqueda del bien común. A juzgar por lo que estamos viendo, sin embargo, son dos premisas... "en desuso". La unidad de los demócratas contra ETA es hoy más necesaria que nunca, o tan necesaria como siempre, no hay nada más urgente en la agenda común, nada reclaman con mayor ansia los ciudadanos a los partidos. Hay que insistir, animarles a reflexionar, exigirles altura de miras y generosidad, confiar en que acabarán por rectificar; pero, ¡qué difícil es alentar esta esperanza con lo que estamos viendo; cuánto cuesta, qué tristeza, qué cansancio!
Consuelo Sánchez-Vicente.