Actualizado 23/06/2008 02:00

Consuelo Sánchez-Vicente.- La unidad herida

MADRID 23 Jun. (OTR/PRESS) -

Tanto ruido, y al final, solo 409 votos en blanco. Ni siquiera en contra del cambio de estrategia- de la confrontación al diálogo - que se propone acometer Mariano Rajoy para intentar que el PP gane las próximas elecciones. Pero la falta de una candidatura alternativa con la que medirse le ha restado brillo al triunfador, que sale del Congreso de Valencia con la misma asignatura pendiente que tenía cuando llegó: restablecer la unidad interna del PP. La anterior estrategia popular era la que ha dicho Aznar: primero ganar y después pactar si hace falta para gobernar, lo que hizo él en 1996, por ese orden. Primero la confrontación, y solo después y sólo si hace falta para poder gobernar, se pacta con quien haga falta. A Aznar le funcionó la estrategia. Pasar del "Pujol, enano, habla castellano" a hablar él mismo "catalán en la intimidad", con un desparpajo que a muchos nos dejó con los ojos a cuadros, es verdad que le dio al PP mayoría absoluta en las siguientes elecciones; eso está comprobado. Como también está comprobado que, con esa estrategia, el PP consiguió permanecer unido incluso después de perder las elecciones del 2004, y durante la durísima Legislatura que acabó el 9-M. Esto es lo que se ha quebrado ahora

La estrategia de Rajoy es la contraria, dialogar desde el principio con sus adversarios políticos cree que es lo que debe hacer para ganar. Rajoy ha presentado al PP como un partido renovado "de amigos y amigas" en el que cabe todo el que quiera estar, y se ha presentado a sí mismo como una alternativa constructiva, dispuesta a buscar acuerdos con el Gobierno socialista hasta donde sea posible para hacer avanzar el país, manteniendo los principios de siempre: el mandato constitucional en su integridad. A mí me gusta el cambio; pero me parece que para que esta estrategia de Rajoy de "coser para afuera" resulte creíble, primero deberá demostrar que es capaz de coser los descosidos de su propio traje, del traje popular

Esperanza Aguirre ha sido y sigue siendo la única cara reconocible de los críticos. Cree que "ella no ha sido muy escuchada", y que integrar a los del "botafumeiro" es muy fácil. A la dirigente madrileña se le puede achacar que respira por la herida. Ha jugado, y ha perdido. Pero "no se resigna". A diferencia del jugueteo con amagar y no dar que se ha traído en la etapa precongresual, esta vez Aguirre no ha esperado ni al discurso de Rajoy para presentarse como "el nuevo verso suelto del poema". No todo es "botafumeiro" en el nuevo equipo, evidentemente; pero el verso suelto de Rajoy ahora se llama Esperanza Aguirre.

Consuelo Sánchez-Vicente.

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