Los "niños de El Royo"

Europa Press Sociedad
Actualizado: martes, 17 abril 2007 12:15

De todos los seres vivos de la tierra el único que puede cambiar la realidad es el ser humano. De todos, somos los únicos dotados de un sentido innato de la Justicia y de la suficiente inteligencia como para poder identificar y diagnosticar con toda precisión los problemas que nos impiden avanzar hacia un mundo mejor. El deseo de mejorar tanto individualmente como de forma colectiva va unido en la naturaleza humana a la capacidad de aprender de nuestros errores. Cuando detectamos que algo no funciona, que funciona mal o que podría funcionar mejor, los seres humanos podemos poner a trabajar nuestra inteligencia y rectificar. Tenemos esa suerte. Y en el caso de España, además, tenemos otra gran suerte: pertenecemos al pequeño grupo de países privilegiados que viven en democracia.

Aunque la moda de la Alianza de Civilizaciones está conduciendo al absurdo de que te tachen de racista, de xenófoba, de intolerante, de ignorante y, lo último, de 'neocon' (o sea, de ser como Bush) si te atreves a salirte del guión 'políticamente correcto', yo creo que es más que evidente que la mejor aliada del afán de superación de la humanidad es la democracia. Que -¡qué le vamos a hacer- es occidental, no oriental, y hunde sus raíces en valores 'cristianos' y no 'islamistas'. No son pocos los instrumentos que la democracia pone a nuestro alcance para corregir los fallos del sistema, no señor. Pero, a veces por pereza y otras por simple desidia, olvidamos que la historia acostumbra repetirse cuando se ignoran sus enseñanzas

Cinco años después de que hasta las piedras se conmovieran por el caso del 'niño de El Royo', la historia ha vuelto a repetirse. Diego -ya un preadolescente seguramente politraumatizado- ha vuelto a ingresar en una institución, a la espera, otra vez, no de lo mejor para él, sino de que otro médico entienda que sería una buena 'medicina' para el trastorno bipolar que padece su madre biológica, y un juez se lo vuelva a entregar. Si ocurre, tengamos la decencia de no volver a culpar al juez por aplicar una ley que los políticos prometieron cambiar, y no han cambiado. La democracia es poderosa pero no mágica, nada puede sin la voluntad humana. Y a Diego le hemos fallado todos, los políticos por olvidar su promesa, y los ciudadanos por olvidarnos de recordársela. Sí, la ley que hace cinco años le condenó a ser un 'niño medicina' sigue en vigor, ¡es la misma! ¿Cuántos 'niños del Royo' anónimos se ha cobrado esa ley en estos cinco años? ¿Cuántos más hay que sacrificar para que el derecho de las madres y padres biológicos deje de prevalecer legalmente sobre el derecho de los niños y niñas en situación de 'acogimiento familiar'?

Consuelo Sánchez-Vicente.

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