Un sueldo para mamá

Europa Press Sociedad
Actualizado: martes, 17 abril 2007 12:13

El Estado de Bienestar en España, es, en gran parte, mérito de las mujeres españolas. Aunque cada vez más hombres asumen como propio el cuidado de los hijos y de los mayores de la familia, el peso de estas tareas ha venido recayendo históricamente casi en solitario sobre los hombros de la mujer; son millones las que han tenido que sacrificar su propio desarrollo personal y profesional al bienestar de sus familias, casi sin ningún reconocimiento social ni más premio que la propia satisfacción del deber cumplido. Especialmente en las familias con menor capacidad económica, el sacrificio de cualquier expectativa de "realizarse" como persona de la persona mujer entraba, simple y llanamente, en el guión familiar y social.

Ni el Estado ni nadie llevaba la cuenta del dinero que estas mujeres ahorraban con el sacrificio de sus sueños a la renta familiar y al erario público, naturalmente. La casa, los niños y los abuelos "eran" cosa suya, de las mujeres, y "gratis total", sin derecho a sueldo ni posibilidad de cotizar por una pensión que las amparase de la pobreza o de la mera supervivencia en su vejez. El trabajo "con derechos" era el que se desarrollaba fuera del hogar, y territorio del hombre. Hoy ya no es así, claro. Los avances sociales ya se miden también en avances de la mujer hacia la igualdad en todos los ámbitos. Pero, el cambio de ha hecho de rogar. Ningún gobierno dedica un euro a resolver lo ya está resuelto. Y, hasta ahora, el complejo papelón familiar lo resolvía la llamada "reina de la casa"

Aunque la incorporación de las españolas al mercado laboral hoy se puede calificar prácticamente de masiva en el caso de las mujeres más jóvenes, solo un puñado de las madres y abuelas que actualmente frisan los 60 años pudo sustraerse al designio de "la pata quebrada y en casa" y trabajar... también fuera de casa, es decir, anudando ambas jornadas, la laboral y la familiar. Como tantas injusticias manifiestas, también esta parece haber entrado en vías de rectificación gracias a dos leyes todavía en mantillas y de las que nos hemos ocupado muy poquito pero que a mí me parecen dos auténticas "revoluciones": la Ley de Igualdad entre Mujeres y Hombres, y la ley de Dependencia. La primera facilitará el acceso de la mujer al poder en la empresa y en la política y el del hombre al afecto del hogar; la segunda, además de un deber de solidaridad con los menores y los mayores dependientes, pondrá en valor cuidados que hasta ahora no se valoraban porque no tenía precio: el trabajo -sí, trabajo, con su Seguridad Social, su pensión, y su sueldo- de las amas (y esperemos que cada vez más "amos") de casa.

Consuelo Sánchez-Vicente.

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