MADRID 19 Oct. (OTR/PRESS) -
Hasta hace poco hablar de una campaña política a la catalana era una referencia directa a una campaña electoral aburrida en cuanto a titulares, con debates de todos los candidatos en los que estos hablaban de temas serios de forma solemne, unas actitudes entre rivales de guante blanco y, en resumen, eso que se llamaba el "seny", un término imposible de traducir que explicaba la serenidad de la vida política en Cataluña como contraposición a la crispación instalada en Madrid.
Eso se acabó. La campaña para las elecciones del próximo 1 de noviembre se ha convertido en un cúmulo de agresiones, insultos, marramachadas y declaraciones de pésimo gusto por parte de varios candidatos y de una campaña de caza y captura contra el PP desde el primer día, aquel en que en Martorell Acebes y Piqué fueron agredidos por un grupo de personas entre las que se encontraban dos militantes destacados del Partido Socialista mientras Zapatero declaraba, de lo más inoportunamente, que él se siente cómodo viajando a Cataluña "y no como otros". Ayer mismo fue agredido de nuevo, y llenado de pintadas amenazantes, el autobús en el que se desplaza de mitin en mitin el candidato del PP, a la vez que el candidato de Iniciativa (la IU catalana) Joan Saura repartía condones con el lema "fóllate a la derecha" y la esposa de Carod Rovira calificaba como "esos hijos de puta del PP" a quienes critican a su marido en una entrevista publicada en La Vanguardia.
Teniendo en cuenta que no es posible que los catalanes hayan roto con sus tradiciones en los últimos años y se hayan convertidos en energúmenos hay que destacar que en estos tres años ha gobernado en su Comunidad un tripartito radical y alejado de las preocupaciones de la gente que está tratando de disimular los errores, numerosos, de su gestión culpando a "la derecha" hasta de la muerte de Manolete; mientras uno grita contra el PP quizás espera que con su voz se silencie su incompetencia.
Curri Valenzuela.