Actualizado 21/05/2008 02:00

Esther Esteban.- Más que palabras.- La casa de los líos

MADRID 21 May. (OTR/PRESS) -

En el último capítulo de la casa de los líos, ha salido uno de sus inquilinos José María Aznar diciendo, sin decir, que tiene la receta perfecta para que ese siniestro lugar en el que se ha convertido el edificio de la calle Génova, quede como nuevo después de ser convenientemente remozado o rehabilitado.

Dice el presidente de honor que se necesitan cuatro ingredientes: confianza, defensa de los principios, buscar bajo las piedras a los mejores y no tener complejos. Otro de sus inquilinos, Mariano Rajoy, dice, sin decir, que tiene la confianza; que los principios son los mismos pero las circunstancias no; que los mejores están por descubrir y que en eso de los complejos puede estar la clave para no dar el salto de la calle Génova a la Moncloa.

Son los mismos ingredientes pero, hasta en las recetas mas simples el tiempo de cocción, la intensidad del fuego y la habilidad del cocinero, hacen que un plato se convierta en una obra maestra o en una simple cuestión alimentaria. En la casa de los líos, la junta de vecinos es un auténtico gallinero. Los propietarios de los mejores pisos, que como es lógico aportan las cuotas mas elevadas, - los Camps, Aguirre o Gallardón -reivindican su derecho a tener un voto de calidad a la medida de cada cual y los que tienen los apartamentos más humildes- los San Gil, los Aristegui, los Enriquez de Luna etc- quieren que prime la democracia interna, que cada voz sea un voto y todos valgan lo mismo.

El asunto es que todos los inquilinos, sin excepción, ven la necesidad de reparar las zonas comunes, pero a la hora de decidir los materiales la disparidad de criterios es tal que la obra sigue parada, mientras el edificio, cada día que pasa, se deteriora más . Los más agoreros advierten que si no se toman medidas urgentes puede que cuando se celebre la Junta General de Junio la casa tenga ya un estado ruinoso y no quede otra solución que demolerla.

Otros por el contrario ven en la demolición el grado sumus de la renovación. Piensan que, aunque la obra se tenga que hacer por fases, al final del trayecto la antigua casa se debe convertir en un edificio moderno y funcional sin ninguno de los viejos inquilinos ni siquiera el presidente - Rajoy-, que sería la víctima necesaria, útil y propiciatoria para que la no quedara en el lugar ningún fantasma del pasado.

El último capítulo de esta serie habla de listas alternativas, de intentar que la cita de Junio, lejos de ser un mero tramite para renovar la presidencia se convierta en una catarsis general aún a riesgo de que el edificio se derrumbe antes de demolerlo. Los vecinos que apuestan por esta opción tienen a su favor la juventud, esa a la que apela continuamente el líder sin liderazgo y en su contra -por motivos muy diversos- a los propietarios de los mejores pisos. Lo que ni unos ni otros están teniendo en cuenta es que el precio de la vivienda está en caída libre y la crisis del sector se les puede llevar a todos por delante.

De entrada, según el último cotilleo, el PP puede haber perdido dos millones de votos desde las elecciones. ¿quién compraría ahora esa casa en estado ruinoso, al precio de hace tres meses?.....

Esther Esteban

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