MADRID 19 Ene. (OTR/PRESS) -
Dice Artur Mas que si tras las próximas elecciones tienen la sartén por el mango las exigencias de CiU serán mucho mayores tanto si gobierna Zapatero como Rajoy. Dice Ibarretxe que, digan lo que digan en Madrid, celebrará en octubre su polémica consulta sobre el derecho a decidir y advierte a España que "no aceptara otro portazo" político a una oferta de diálogo de las instituciones vascas. Ambos nacionalistas emplean un tono duro en el fondo y en las formas como aviso para navegantes de lo que puede esperar de ellos el próximo inquilino de la Moncloa. Sus afirmaciones, sin embargo, no son un calentón propio del momento electoral sino una estrategia política perfectamente diseñada y que tiene como objetivo a medio o largo plazo el derecho a la autodeterminación o lo que es lo mismo la independencia. Ellos no lo ocultan, en absoluto, y solamente la miopía política de quien no quiere ver la realidad puede entender sus afirmaciones como simples amenaza para conseguir que su trozo en el reparto del pastel presupuestario sea mayor.
En el mismo momento que en este país el presidente del Gobierno aceptó que la nación es un concepto discutido y discutible se abrió la puerta a que los independentistas dieran un paso de gigante en su hoja de ruta. Si de muestra vale un botón, el propio líder de CiU ha dicho esta semana que "si reconocemos que Cataluña es una nación y el estatuto aprobado por Zapatero lo dice claramente en su preámbulo, hay que ser consecuentes y una nación tiene derecho a decir lo que cree que les pertenece y eso incluye el derecho a la autodeterminación que está reconocido internacionalmente". Lo puede decir más alto pero no más claro y además su planteamiento es lógico. Lo que no es lógico ni normal, ni justificable desde ningún punto de vista es que un partido como el PSOE haya propiciado una chapuza cono el estatut de Cataluña y encima se comprometiera a respetar el texto que saliera de allí sabiendo que no lo iba a poder cumplir, llevándose por delate además el prestigio del Tribunal Constitucional.
Ahora lo que toca es que la sartén por el mango la tengamos los ciudadanos, acudiendo a las urnas. Lo que toca es que la sartén por el mango la tengan los dos partidos mayoritarios y que sean ellos lo que se pongan de acuerdo para que los millones de votos que les apoyan no valgan menos que unos cuantos de los nacionalistas. Gane quien gane, debe tener muy claro que con las cosas de comer no se juega y que las grandes cuestiones de Estado no se elaboran con nocturnidad y alevosía por intereses puramente partidistas. Los nacionalistas están ahí, representan a una mayoría de los ciudadanos de sus comunidades autónomas y deben ser respetados ¡Cómo no! Pero la soberanía reside en el pueblo español que es muy mayoritariamente no nacionalista y deben tenerlo claro. Tener la sartén por el mango puede quemar al cocinero si se mete a aprendiz de brujo y hace experimentos con gaseosa.
Esther Esteban.