Actualizado 16/01/2008 01:00

Esther Esteban.- Pìzarro y la china en el zapato

MADRID 16 Ene. (OTR/PRESS) -

Si a cualquiera de nosotros nos preguntaran donde estábamos y que hacíamos aquel fatídico 11-S, el día en que vimos con espanto y en directo como dos aviones se empotraban contra las torres gemelas en pleno corazón financiero de Nueva York, seguro que podemos dar detalles precisos sin tener que hacer un gran ejercicio de memoria. Eso mismo me ocurre a mí. Compartíamos mesa y mantel siete mujeres periodistas con Manuel Pizarro en la Bolsa de Madrid cuando su secretaria entró demudada, sugiriendo a su jefe que pusiera la televisión. Recuerdo que estaba Matias Prats dando la noticia del primer impacto y antes de que nadie se atreviera a hablar siquiera de que se trataba de un atentado terrorista nuestro anfitrión dijo sin dudar "Bin Laden, esto es obra de Bin Laden" y a continuación nos dio datos muy precisos sobre el personaje, de que algunas solo habíamos oído hablar muy de pasada.

Cuando finalmente, días después se confirmó la autoría del peor atentado de la historia hable telefónicamente con Pizarro y le pregunté, por pura curiosidad, como había podido hacer un pronóstico tan certero del asunto. "Intuición, simple intuición. Tenia algunos datos sueltos y todo encajaba con el momento político. Solo asocié algunos cabos", me dijo sin dar al asunto mayor importancia.

Desde entonces el mismo grupo de periodistas nos hemos reunido muchas veces con el ex presidente de Endesa y siempre ha hecho análisis certeros del tema que habláramos fuera político, económico o social. Lo que siempre negó con rotundidad, hasta en sus momentos mas duros de enfrentamiento con el gobierno de Zapatero, es que algún día pudiera dedicarse a la política. "Nunca he militado en ningún partido ni lo haré. Tengo amigos en todos ellos y prefiero ver los toros desde la barrera de la economía", solía decir. Por eso he de reconocer mi sorpresa al saber que finalmente Manuel Pizarro se ha dejado seducir por Mariano Rajoy y comprendo el revuelo y la inquietud que ha organizado su "fichaje estrella" en las filas socialistas y el alborozo de los populares.

Es un hombre integro, inteligente y trabajador, un turolense ejerciente, que pueden convertirse en la pesadilla de cualquiera si de lo que se trata es de defender valores fundamentales de nuestra democracia. Quienes le conocen bien dicen de él que rara vez tira la toalla y cuando lo hace jamás deja a los suyos en el camino, lo cual es un mérito añadido en los tiempos que corren. Posiblemente su imagen quedara siempre unida a la de ese gesto insólito, en un alto cargo del mundo empresarial, de aparecer ante los medios de comunicación con la Constitución en la mano denunciando los abusos del poder contra Endesa y también a la de su periplo por todos los lugares de nuestra geografía explicando a los trabajadores de su compañía de primera mano lo que estaba ocurriendo.

Con el fichaje de Pizarro como número dos por Madrid el PP ha matado varios pájaros de un tiro. Ofrece un perfil de prestigio y muy respetado en el mundo económico en un momento de vacas flacas y de inquietud en los bolsillos, dispersa la atención sobre la inclusión de Ruiz Gallardón en sus listas al Congreso y pone nerviosos a los socialistas colocándoles enfrente a la china en el zapato económico de su Gobierno. ¿Hay quién dé más?

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