Más que palabras.- El aborto y la ley

Europa Press Sociedad
Actualizado: miércoles, 14 julio 2010 14:53

Siempre he sido muy reticente a entrar en el debate sobre el tema del aborto. Tengo serias dudas sobre si un asunto de tal naturaleza puede ser utilizado políticamente apelando a razones éticas y morales y siempre he creído que una mujer tiene derecho a tomar libremente sus decisiones sin que la sociedad tenga que intervenir para apoyarla o censurarla. Ni me gustan las tesis de los proabortistas radicales del " todo vale" ni tampoco la de los sectores mas conservadores que consideran que en el mismo momento de la unión de unas células hay ya un ser humano en el amplio concepto de la palabra. Estoy de acuerdo con las leyes que despenalizan el aborto totalmente hasta las 12 o 16 semanas de gestación, dependiendo de los países pero me pone los pelos de punta pensar que se puedan realizar abortos a los siete meses de gestación tal como se ha denunciado que ha ocurrido en España con la anterior ley.

Si me cuesta y mucho entrar en este tema es porque no hay nada mejor que la experiencia personal para saber de que se está hablando y aun así cada persona tiene unas vivencias distintas sobre un mismo hecho. Yo tuve un aborto natural, embarazada de casi seis meses de mi segundo hijo. Fue una de las experiencias más dolorosas que he tenido en mi vida. Mi embarazo era evidente: había engordado muchos kilos, tuve nauseas y vómitos durante los primeros meses, sentía perfectamente al bebe en mi seno y todo lo que aconteció desde que tuve una pequeña hemorragia hasta que me dijeron que no había latido cardiaco en el feto fue una autentica pesadilla. Yo tuve un parto en toda regla. Me provocaron las contracciones `pero cuando salí del quirófano me embargó una enorme tristeza de la que tardé meses en recuperarme. En el hospital todas las madres tenían a sus hijos y yo solo tenia un cuco vacío y mucho sentimiento de culpa. Me preguntaba si no me había cuidado lo suficiente, si no tenia que haberme empeñado en cubrir como periodista una campaña electoral apenas unos meses antes o si había hecho esfuerzos innecesarios en mi situación.

Solo cuando el médico, tras realizar los análisis oportunos me aclaró insistentemente que había abortado de forma accidental, que no había ningún factor que indicara una negligencia por mi parte deje de hacerme a mi misma preguntas sin respuesta. Ese era mi segundo embarazo y llegó sin pensarlo. Ya tenía otro hijo de seis años y siempre pensé que seria mi única descendencia. Sin embargo cuando me anunciaron mi estado de buena esperanza empecé a ilusionarme desde el primer momento y a hacer planes de futuro sobre la nueva personita. Recuerdo que cuando salí de la clínica después del aborto solo tenia una obsesión: volverme a quedar embarazada y año y medio después tuve una preciosa niña que hoy tiene 16 años y ha sido la alegría de mi casa.

Ha pasado el tiempo pero no he logrado olvidar la experiencia y por eso siempre digo que cuando una mujer decide abortar, no toma ni mucho menos una decisión a la ligera y desde luego yo no soy quien para juzgarla. Es muy difícil sentir una vida en tus entrañas y pretender que de la noche a la mañana que eso se puede olvidar. La decisión puede ser libre pero créanme no es fácil. Sólo alguien sin escrúpulos de ningún tipo puede tomar una decisión así a la ligera y desde luego no conozco a nadie que después de dar libremente un paso de esas características no haya tenido algún tipo de secuelas psicológicas. Ni el gobierno ni la sociedad debería ser quien para juzgar...Dicho esto en nuestro país el Parlamento, es decir el pueblo soberano, se ha dotado de una nueva ley que ya ha entrado en vigor y en Democracia nadie, absolutamente nadie, se puede situar por encima de ella. Me parece correcto que el PP la haya recurrido ante el Tribunal Constitucional esta ley si considera que no se atiene a los preceptos de la carta Magna, pero de ahí a que varias comunidades autónoma- como han hecho Navarra y Murcia- digan que no piensan cumplirla hasta que se dicte una resolución definitiva va un trecho. La ley es un imperativo en un Estado de derecho que tanto los gobernantes como los ciudadanos deben de aceptar aunque no les guste porque de no ser así, si cada uno hiciera de su capa un sayo esto no seria una democracia plena sino todo lo contrario.

Esther Esteban

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