MADRID 3 Ene. (OTR/PRESS) -
La proximidad de las elecciones parece que altera los biorritmos de los principales actores de la vida pública. Hasta los obispos sucumben a la tentación del mitin, optando por la plaza pública como alternativa al púlpito. Con el pretexto de hablar de la familia, el pasado día 30 tres cardenales le leyeron la cartilla al Gobierno de Zapatero. Ayer les contestaron desde el PSOE. Desde Ferraz se recuerda que la familia ha sido el referente de diversos programas de ayudas económicas aprobados por el Gobierno y dicen ver la "lunga" mano del PP en las acometidas de la clerecía más ultramontana, la que encabezan los cardenales Cañizares, García Gasco y Rouco Varela.
Singularmente les ha indignado que Rouco proclamara que en España se ha retrocedido en el respeto a los Derechos Humanos -afirmación, dicho sea entre paréntesis, que sólo podrían hacer suya quienes compartan las obsesiones de este purpurado de palabra tridentina-. Zapatero amaga con pasar al contraataque, pero se queda en el gesto. Aunque le hizo decir a Pepiño Blanco que si la Iglesia quiere hacer política, lo que tiene que hacer es presentarse a las elecciones, lo cierto es que los curas seguirán cobrando del erario porque no entra entre sus planes la revisión del Concordato -como, por cierto, pide Gaspar Llamazares desde IU-.
En el fondo, esta nueva batalla le viene bien al PSOE. Por eso Blanco y López Garrido se han apresurado a decir que el mitin de los obispos era un mitin del PP. La idea está clara: que el electorado identifique lo que representa Rajoy con lo que predica Rouco. En términos electorales, tengo para mí que los obispos le han echado una mano a ZP. Ellos sabrán por qué.
Fermín Bocos.