Actualizado 21/02/2008 01:00

Fernando Jáuregui.- El Gran Optimista

MADRID, 21 Feb. (OTR/PRESS) -

Cada día que pasa tenemos nuevos datos que nos llegan desde las playas del Gran Optimista. Este fin de semana almorzaba con algunos simpatizantes en Cantabria y les decía que la victoria socialista será aún mayor que la de 2004. No tiene dudas. El Gran Optimista lo fía todo a sus posibilidades, sabe que tiene 'tirón' y piensa que en el otro lado, en el Partido Popular, todo se hace mal. Sospecho que lo que les dijo al presidente cántabro Revilla y a otros pocos que con él se hallaban no responde a estrategia o táctica alguna: está convencido.

Por eso creo, independientemente de lo que yo prefiera que ocurra, que vencerá. Porque está convencido de que va a vencer. Ignoro si el Gran Optimista conoce aquellos versos de Virgilio que aseguran que los guerreros "ganan, porque creen que pueden ganar". No estoy seguro de que en las playas de enfrente, donde motivos sobrados hay para ejercer la crítica a los modos y hazañas del gobierno, exista la misma fe en la victoria.

Fue el Gran Optimista quien, el 13 de marzo de 2004, a primera hora de la tarde,, comunicó al mismo interlocutor cántabro que "estás hablando ya con el presidente del gobierno de España". "Pero si aún no se han producido las elecciones, que son mañana, José Luis", le respondió su interlocutor, alucinado. "Tengo los datos y son irreversibles; Rajoy también los conoce; ganaremos por cuatro puntos y más de doce escaños". El otro le dijo, aún incrédulo: "ya estás con tu optimismo de siempre". Y la respuesta final: "te juro por mis hijas que estas hablando con el presidente del gobierno de España". Creo que reflejo casi textualmente aquella conversación telefónica.

Ahora, por lo visto, más o menos lo mismo. Zapatero recordó a los comensales de este fin de semana aquella conversación de hace cuatro años. "Pues esta vez va a ser aún mejor", profetizó. Sólo que ahora le apoya una mayoría de las encuestas. Percibo, y eso no es bueno, un cierto desánimo, casi intangible, en las filas de la oposición: rozan la victoria, pero no llegan a ella. Pese a todo. Pese a estar, piensan, cargados de razones y quizá de razón. El vuelco aún es posible, pero no probable.

Ese es el estado de ánimo en los cuarteles generales de los partidos. Y yo lo cuento como lo he vivido, como se vive a dieciocho días de las elecciones.

Fernando Jáuregui.