Actualizado 27/02/2013 13:00

Fernando Jáuregui.- No te va a gustar.- Rubalcaba 'eppur si muove'.

MADRID 27 Feb. (OTR/PRESS) -

Reconozco que la figura de Alfredo Pérez Rubalcaba me interesa crecientemente, aunque me constan sus vacilaciones, aunque pienso que no siempre dice la verdad y aunque le juzgo un maquiavelo ocasional, pero en minúscula. Y, sin embargo... eppur si muove. Y, sin embargo, se mueve. Y menos mal que alguien se mueve. Asistí a su último desayuno informativo, con Europa Press, y me reafirmó en la creencia de que su diagnóstico es ahora certero: hay que hacer cambios en profundidad, hay que moverse, hay que acabar con esta inmovilidad que acogota a la política española.

Coincido, así, en la inevitabilidad de una reforma constitucional para 'federalizar' España, para calmar en lo posible algunas inquietudes nacionalistas -en lo posible, ya digo- y para modernizar algo una Constitución que lleva siete lustros de andadura, que fue concebida para salir de una dictadura centralista y que aún, por poner un solo ejemplo, habla del servicio militar obligatorio, por no citar aquello de lo que no habla y sobre lo que debería hablar. Tiene razón Rubalcaba: esa reforma se producirá más bien pronto que tarde, guste o no guste a quien hoy gobierna.

Echo de menos en Rubalcaba un espíritu más combativo. Puede que esté atenazado por los conflictos internos en el PSOE -por ejemplo, en Andalucía y Madrid- y por las claras y graves desavenencias con los socialistas catalanes, cada día, me parece, más desnortados. El secretario general de los socialistas y líder de la oposición parece como resignado a su suerte, condenado a pedir la dimisión de Rajoy sabiendo que de ninguna manera se va a producir, adivinando que esta Legislatura se va a agotar con el actual inquilino de La Moncloa firme en el sillón. Y se sabe encadenado a mantenerse en su incómodo puesto, seguro de que no será él quien, en 2015, se enfrente al candidato del PP, sea quien sea ese candidato; para entonces, un cierto relevo generacional y de rostros se habrá, sin duda, producido en la política española, y Pérez Rubalcaba, a quien se le puede acusar de muchas cosas menos de tonto, lo sabe perfectamente. Él, simplemente, se dedica ahora, y esa es su grandeza, a pavimentar el futuro. Un futuro en el que él no estará.

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