Actualizado 21/03/2008 01:00

Francisco Muro de Iscar.- Ese Cristo

MADRID, 21 Mar. (OTR/PRESS) -

No es sólo arte y cultura, que lo es en un grado de extrema belleza. No es únicamente sentimiento, a veces desbordado, como cualquiera puede percibir en las calles estos días. No es sólo una mezcla de tradiciones y costumbres centenarias, que están ahí. Es también una muestra de fe ciudadana que lleva a millones de españoles a las procesiones y a las iglesias, al aplauso en la calle, a la oración, a las saetas, al piropo a las Vírgenes dolientes. Son las raíces de un pueblo que ha cambiado mucho, pero que sigue enraizado en su pasado en una sociedad que trata de apartarle de su esencia. En una sociedad en la que el vivir al día sin mirar más allá nos aleja de la trascendencia, del más allá, de preguntarnos quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos. Pero aunque el aturdimiento nos impida hacernos la pregunta, la pregunta está ahí.

Ese Cristo azotado, doliente, humillado, crucificado, pero siempre digno, íntegro, indomable, el Cristo del madero de Serrat, es un mensaje de paz y de amor hacia todos, pero, sobre todo, hacia los más desfavorecidos. Es el Dios de los inmigrantes, de los abandonados, de los enfermos, de los que tienen hambre y sed de justicia, de los que carecen de educación y de oportunidades. El Dios de los que sufren la soledad, el abatimiento, la desesperanza. El Cristo del Calvario es también el de la Resurrección, el de la esperanza, el de la Paz que tanto necesitamos.

La nuestra es una Semana Santa única llena de Cristos y de Vírgenes. Vírgenes de nombres bellísimos y rotundos: Dolorosa, de la Soledad, de las Angustias, de la Amargura... del Mayor Dolor, pero también de la Esperanza. Vírgenes comprometidas, valientes, mediadoras. Vírgenes sin miedo. "En todas las esquinas de la vida,/ Tú lo sabes, señora,/ nos espera el dolor,/ los hijos muertos,/ la angustia del salario que no llega,/ el puñetazo cruel de la injusticia,/la violencia y la guerra, el horrible vacío de tantas soledades, los infinitos ríos del llanto de los hombres./¿Y a quién acudir/ sino a tu lado,/ Virgen experta en penas, sabia en dolores,/maestra en el sufrir,/conocedora de todas las espaldas". Son versos de Dulce María Loinaz, la gran poetisa cubana.

Lo he dicho muchas veces. Cada vez se pondrán más dificultades a la manifestación pública de la fe católica o se tratará de convertir en cultura, en tradición, en espectáculo, lo que es fe, creencia, trascendencia, hondura en cada uno de los hombres, por muy alejados que parezcan de esa realidad. Pero ni Europa ni España ni ninguno de nuestros pequeños pueblos, ni nuestra historia, ni nuestra literatura ni nuestro arte pueden comprenderse sin la fe que nos hizo pueblo y que dejamos en otras muchas naciones. La huella de Dios en la tierra, el Dios del Amor, el Perdón y la Esperanza, el Dios para todos que estos días sale a las calles de toda España. Ese Cristo que pasa y permanece.

Francisco Muro de Iscar.

francisco.muro@planalfa.es