Actualizado 07/03/2008 01:00

Isaías Lafuente.- A un rato de las elecciones

MADRID 7 Mar. (OTR/PRESS) -

Apenas queda un rato. Después de una larguísima campaña electoral, que arrancó hace justo cuatro años con una inesperada victoria y una derrota nunca digerida, los ciudadanos estamos llamados a firmar el veredicto. En 2004, tras los atentados de Madrid, se nos pidió llenar las urnas de votos como la mejor respuesta democrática a quienes pusieron las bombas. Aunque los motivos hayan cambiado, hoy la exigencia es la misma. Por pura higiene democrática y para que un resultado claro achique los espacios de la autojustificación, terreno que tanto gusta a los partidos políticos para enfrentar el futuro sin asumir el pasado.

Las elecciones autonómicas y municipales suelen dejarnos escenas surrealistas en las que se obra el milagro de la victoria múltiple: todos ganan. Las generales son bien distintas: con mayor o menor diferencia, las urnas han dejado siempre un claro ganador. Pase lo que pase el próximo domingo, uno de los dos candidatos hará historia con su derrota. Zapatero, por ser el primer presidente que no revalide su mandato. Rajoy, por ser el único candidato capaz de hundir a su partido en la oposición desde una mayoría absoluta e incapaz de remontar cuatro años después. Los dos se juegan su futuro político, pero seguramente el líder del PP tendrá más dificultades para justificar una derrota ante un rival al que siempre ha despreciado como un ser insolvente. Perder ante Churchill siempre tiene un pase, pero cuando uno señala previamente al contrincante como un incapaz, está marcando la medida de su propia incapacidad en caso de derrota.

Dicen las encuestas que el PSOE está a un rato de ganar las elecciones. Ya se verá... Pero si los vaticinios se cumplen, seguramente muchos dirigentes, militantes y votantes del PP también consideren el 9 de marzo que su partido se ha quedado a un Rato -con mayúscula - de hacerlo. Ese Rato reivindicado a última hora por Rajoy para avalar sus proyectos económicos, olvidándose de la apagada estrella de Pizarro. Ese Rato apartado hace cuatro años por el dedo de Aznar, que nunca perdonó la heterodoxia de su vicepresidente económico en la guerra de Irak y en el desenvolvimiento de su vida personal. Ese Rato que, sin duda, nunca hubiera hipotecado su perfil al ejército de sherpas y palmeros que han ido llevando a Rajoy por el barrizal en que ha convertido esta legislatura. Con su permiso, por supuesto.

Isaías Lafuente.

Contenido patrocinado

Foto del autor

Francisco Muro de Iscar

Políticos, ¡convertíos!

Foto del autor

Fernando Jáuregui

La interesante 'doctrina Armengol'

Foto del autor

Victoria Lafora

Hoy se zurran, mañana pactan

Foto del autor

Carmen Tomás

30.000 millones de gasto en un mes