Actualizado 08/01/2008 01:00

Isaías Lafuente.- Será que no creen

MADRID 8 Ene. (OTR/PRESS) -

Estuve en la manifestación por la familia que se celebró en el Paseo de la Castellana de Madrid hace unos días. No en la que convocaron Rouco y los suyos, sino en la que organizaron, hoy como cada año desde tiempo inmemorial, los Reyes Magos. Acudí porque mi hijo transita por la frontera de la ilusión y no quería perderme, quizás por última vez, esa mirada limpia, alegre, sorprendida ante la Comitiva Real.

Fui por eso, pero también para constatar si la apocalíptica visión de los cardenales y obispos españoles, empeñados en presentar a nuestro país como un trasunto de Sodoma y Gomorra y a nuestro gobierno en heredero directo de un Herodes comeniños, tenía algún viso de realidad. Visto y oído lo que tuvimos que ver y oír el pasado día 30, esperaba encontrar desplegadas Unidades de Intervención de la Policía dispuestas a disolver por la fuerza la cabalgata, y esperé hasta el último momento por ver si el modisto de la vicepresidenta había desposeído a sus Majestades de la capa de armiño para colocarles un laico traje de chaqueta con corbata a juego. Mientras llegaba el momento observé a mi alrededor buscando en las espaldas de los padres algún sospechoso apéndice, en sus bocas el fluir de alguna sustancia extraña, en su piel, tatuada, alguna cifra satánica, en sus cuellos algún giro inverosímil que les permitiera ejecutar una rotación total... Mi decepción fue total. El único gesto extraño que contemplé fue el viaje de ida y vuelta de algunos caramelos lanzados desde las carrozas del Real Madrid y el Atlético de Madrid. Y es que la rivalidad futbolística no descansa ni en Navidad.

Afilé también mi menguado sentido de la intuición por ver si identificaba la filiación de aquellas parejas que sostenían amorosas entre sus brazos a inocentes niños y por el aspecto no conseguí identificar si eran separados, divorciados, parejas de hecho o matrimonios consagrados por alguna religión. Tampoco las parejas del mismo sexo me dieron pistas sobre su homosexualidad. En fin, que vi a miles de familias y todas me parecieron iguales y todos los niños y niñas igualmente felices.

No vi en la cabalgata, por razones obvias, curas y monjas con sus hijos, aunque nunca me atrevería a juzgar que su celibato impuesto dinamite el artículo 16.3 de la Declaración de los Derechos Humanos respecto a la protección de la familia, como hizo Rouco Varela al condenar las nuevas formas de familia que nuestro país, gracias a Dios, reconoce y no persigue. Tampoco le vi a él, ni a los cardenales Cañizares y García Gasco. Será que ya no creen en los Reyes Magos.

Isaías Lafuente

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