MADRID 30 Ago. (OTR/PRESS) -
La dirección del PP tiene una extraordinaria habilidad para generar problemas innecesarios. No es la única. La inexplicable e inexplicada ingerencia de la cúpula del PSOE en la toma de decisiones del partido en Navarra es una buena muestra de que el mal cunde. La intención de Gallardón de obtener un escaño en el Congreso y su ofrecimiento reiterado para ayudar a Rajoy a ganar las próximas elecciones ha abierto una crisis insólita en el PP. Podrá discutirse la conveniencia de que el alcalde de la primera ciudad de España compatibilice ese trabajo con el de diputado sin que uno de los dos se vea mermado. Pero si esa posibilidad existe y no encuentra trabas en la ley, nadie puede imaginar que si Gallardón quiere, el PP le pueda negar esa posibilidad. Si un partido ignora en sus listas a un consumado recolector de votos que atesora cuatro mayorías absolutas sucesivas, algo raro, muy raro, sucede en esa organización. Cualquier párvulo hubiera encontrado un discurso adecuado para recoger de manera adecuada la oferta del alcalde de Madrid. Pero se ha optado por la displicencia. Resolver el asunto con un "cuando toque", dejando abierta la posibilidad de que "puede que sí o puede que no", es la mejor de las fórmulas para que "mientras toca" se genere un debate interno sobre la posibilidad no resuelta. Aunque sólo un ingenuo puede ignorar la ambición política de Gallardón y no ver que tras su oferta para ayudar a Rajoy a ganar las elecciones se esconde una intención añadida por si las elecciones no se ganan, ésta, de momento, no se había verbalizado. Pero la falta de respuesta adecuada a sus aspiraciones ha generado opiniones como la de Fraga, que no sólo apoya la intención de Gallardón sino que ha introducido el debate sobre la posible sucesión de Rajoy, lo que menos necesita en estos momentos de incierta afirmación de su liderazgo. Y si el asunto no se frena a tiempo es posible que alguien en el partido recuerde a Rajoy que puestos a hacer estrictamente lo que toca, lo que ahora tocaría es hacer un congreso en el PP, cumplidos tres años desde el que lo eligió como presidente. Lo dicen los estatutos del partido, los mismos que regulan cómo se hacen las listas electorales en las que quiere estar Gallardón.
Isaías Lafuente