MADRID 7 May. (OTR/PRESS) -
En realidad, las apuestas por la continuidad de Acebes como secretario general desde el mes que viene, en el Congreso del PP que se desarrollará en Valencia eran cero. De manera que hay escasa novedad en su anuncio de que no seguirá: ya lo sabíamos todos desde el momento en que Rajoy anunció que, para conquistar el poder dentro de cuatro años, se proponía designar a su propio equipo, prescindiendo de quienes no reunían esta condición. Algo parecido sucedió con Zaplana, a quien, sin embargo, Rajoy sí ofreció algunas otras responsabilidades en el Congreso, pero a las que el ex portavoz, ya sucedido por Soraya Sáenz de Santamaría, rechazó. Sucede, sin embargo, que en el PP se comprueba y se padece esa impresión del goteo de cada día: ¿quién se marchará hoy?, que tan nefasto le resulta a su imagen pública. Además, las primeras informaciones sobre Acebes resultaron confusas: una agencia informativa, al mediodía de ayer, insistió en anunciar que Acebes se marchaba del partido, y no sólo de la secretaría general, lo que añadía un dato de gravedad ala decisión. No es impensable que Acebes también dé este paso, si recibe una oferta similar a la que recibió su compañero Zaplana.
Muchos hemos sido los que, a lo largo de la anterior legislatura, hemos sostenido la opinión de que esos dos personajes, tanto el secretario general como el portavoz en el Congreso, sobraban ya en esos puestos desde su penosa gestión de la tragedia del 11-M. Se quemaron personalmente y chamuscaron al partido, por igual... Finalmente, Rajoy se ha convencido de que no sólo no le aportaban, sino que le reducían votos y credibilidad. Y luego, el capítulo de los agradecimientos: se ha señalado que Rajoy ha estado más amable y agradecido con Acebes, que ya le había anunciado su intención, que con Zaplana, cuya marcha A Telefónica le sorprendió por no anunciada previamente. A su vez, y dentro del partido, resulta llamativa la amabilidad que Esperanza Aguirre ha tenido con ambos, cuya pérdida en sus puestos lamenta y a quienes agradece sus servicios al partido.
Ciertamente, Mariano Rajoy pasa por un momento de indudable dificultad. Se le van aquellos de quienes quería prescindir dentro de mes y medio en el congreso de Valencia, y tiene enfurecidos a muchos otros a quienes no ha indicado ya si cuenta o no con ellos en su nueva etapa, definitivamente por-aznarista y perfectamente "rajoyana" o "rajoyista". Es un tiempo, como se dice, "en que lo viejo se resiste a morir y lo nuevo aún no termina de nacer". Muchos tratan de adivinar lo que pensará Aznar, y lo que podía decir de este tiempo, cuando Mayor Oreja reclama que, dada la crisis del partido, debieran intervenir en su salvación, tanto Aznar como Cascos o Rato. Fraga, por el contrario, elogia al Aznar callado y "en su lugar", en este instante. "Aznar está muy discreto y hace bien, porque él sabe cuáles son sus obligaciones". Y critica a quienes interpretan su silencio. "Si quisiera decir algo, hablaría", dice Fraga... Si Aznar hablara...
José Cavero.