MADRID 2 Abr. (OTR/PRESS) -
La Batasuna de siempre, el brazo político de la banda ETA, con Otegi, Barrera, Permach y compañeros 'de lucha', ya celebró su primer mitin, con el lujo que ninguna otra formación política llega jamás a tener: la semiclandestinidad de si sus dirigentes se atendrán o no, en todo o en parte, a las normas que les dicte el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, el ministerio de Rubalcaba o la consejería de Balza, tres autoridades que ni siquiera tienen por qué coincidir. Esta vez, Batasuna estaba autorizada a celebrar su reunión de fieles siempre que no proclamaran su nueva sigla, ASB, Abertzale Socialisten Batasuna, por la sencilla razón de que todos, los jueces en primer lugar, sabemos que es la nueva marca del brazo político de ETA y se supone que está fuera de toda legalidad presente y no se sabe si también futura. Por lo menos, hasta que abjure de la violencia, cosa que no parece que esté en las intenciones de los dirigentes de Batasuna ni tampoco en las de ETA, si es que son distintos.
Lo cierto es que todo resulta un rompecabezas nada fácil de resolver, al que el propio Rajoy añade su propia pieza: si el Gobierno se propone impedir que Batasuna se presente a las elecciones, Rajoy y el PP ayudarán al Gobierno, ha dicho el portavoz y presidente del primer partido opositor. Como si resultara tan sencillo impedir que cien o ciento cincuenta mil ciudadanos de Euskadi se inclinen por ésta u otra sigla, la que sus bien conocidos líderes le determinen ahora mismo o en la víspera del voto.
Todo tiene un encaje complicado y difícil: de nuevo, Otegi ha amenazado, proclamando que si Batasuna no se presenta a las elecciones como cualquier otra fuerza democrático, incluso sin serlo, que no lo es, el proceso de paz, o sea, el final dialogado de la violencia, no será posible, ha dicho don Arnaldo. No es la primera vez que recurre a ese argumento de autoridad: no saben con quién están tratando, ha venido a decir en ocasiones anteriores, cuando observaba que los jueces y la policía podían ponerlo a la sombra, y para unos cuantos años, por colaboración con banda armada, por enaltecimiento de terroristas y parecidos e indudables crímenes.
Ahora, Otegi lo ha vuelto a decir precisamente al día siguiente de que dos etarras detenidos en Francia con planos y propósitos para atentar dijeran, con el mayor cinismo y desfachatez, que también ellos son piezas clave de la negociación con el Gobierno de Zapatero. Que también ellos son, como Otegi, intermediarios, y que, por consiguiente, si se les ocurra tocar un pelo. ¿Mienten sólo los dos etarras, o miente también Otegi y todos sus fieles, amparados a la sombra del 'Primo Zumosol' con pistolas nuevas, y requeridos y 'respetados' por quienes aún confían en que Ternera y Otegi pueden reconducir al rebaño etarra-batasuno a los pactos de la ley, el orden y la no violencia?
Esa es la cuestión, laboriosa y complicada cuestión para Zapatero, Garzón, Rajoy.
José Cavero