Actualizado 15/07/2010 14:00

José Cavero.- Se pretende acelerar las tesis doctorales.

MADRID, 15 Jul. (OTR/PRESS) -

Nos ha recordado este martes un reportaje del diario El País que en la actualidad no hay límite de tiempo para hacer una tesis doctoral en España. La media, desde el inicio de los cursos hasta la entrega de la tesis, es de seis años. Pues bien, con la nueva regulación que prepara el Ministerio de Educación será obligado completar el doctorado en tres años, si se cursa a tiempo completo, o en cinco, si hace a tiempo parcial. Ambas opciones podrán tener hasta dos prórrogas (dos años para los de dedicación completa, tres, para los de dedicación parcial), que tendría que autorizar una comisión académica de la Universidad. El real decreto que prepara el Ministerio de Educación, aún en fase de debate, completará la normativa de adaptación de los estudios universitarios españoles al Espacio Europeo de Educación Superior, conocido como el plan Bolonia.

Los objetivos, aparte de intentar que no se eternice la elaboración de las tesis --"no tiene sentido presentar una tesis 20 años después de completado el periodo formativo", dice el vicerrector de Doctorado de la Complutense, Manuel Rodríguez--, son fomentar la internacionalización, por eso se valorará especialmente la movilidad, y la coordinación, para lo que se crean las escuelas de doctorado que deberán ir ligadas a la estrategia de investigación de cada universidad, explica Juan José Moreno, director general de Política Universitaria de Educación. Es decir, se trata de que las tesis no vayan cada una por su cuenta, sino que estén enfocadas en una dirección dentro de la estrategia global de las Universidades.

Las escuelas doctorales, recogidas en la ley de la Ciencia y explicitadas en este futuro real decreto, las podrán crear una o varias universidades, y podrán contar con la colaboración de institutos de investigación, hospitales o empresas de base tecnológica, españolas o internacionales, para que, además de potenciar cada universidad sus propias fortalezas, la investigación esté más ligada a las necesidades de cada entorno, y se fomenten las salidas laborales de los doctorados. "Este país necesita formar bien a las personas que pueden liderar el cambio de modelo económico. Ahora, sólo el 15 por ciento de los doctores trabajan en el sector privado; tenemos que convencer a las empresas de que tienen que incorporar a más doctores", dice Moreno. El ministerio tiene previsto destinar nueve millones de euros de los presupuestos del próximo año para crear este tipo de escuelas.

Según la futura norma, a cada doctorando se le asignará un tutor, a su llegada al programa, y, a los seis meses, un director de tesis, que pueden coincidir o no. Cada investigador en formación tendrá un registro de actividades personalizado que se entregará al tribunal que valore su tesis. Antes de que termine el primer año, el doctorando tendrá que presentar su plan de investigación que deberán aprobar tutor y director para poder continuar. Al final, deberá presentar la tesis sobre "una investigación original" a un tribunal en el que la mayoría de sus miembros debe ser de una universidad distinta de la que organiza el programa de doctorado. Sólo habrá tres calificaciones posibles: no apto, apto y cum laude (se eliminan el bien y el notable).

El vicerrector de Doctorado de la Universidad Complutense de Madrid, Manuel Rodríguez, se queja de que en los últimos cinco años el doctorado ha sufrido en España al menos cuatro cambios legislativos importantes. Nunca se sabe, pero parece que por fin llega el definitivo con el real decreto que está ultimando Educación. De momento, las universidades van echando sus cuentas y poniéndose en marcha. En el caso de la Complutense, dado su volumen de estudiantes de doctorado -unos 10.000 en 2008, el doble de la universidad que le sigue, la Politécnica de Cataluña- "lo lógico sería probablemente hacer escuelas en cada centro", dice Rodríguez, pese a que, con todo, "se perdería un poco la idea de integración" que se busca con el nuevo esquema. En la Politécnica de Cataluña ya ha arrancado este año un proyecto piloto de escuela de doctorado. Se ha dividido en cinco áreas: Ingeniería Industrial, Ingeniería Civil, Ingeniería de Telecomunicaciones, Ciencias y Arquitectura. Estas escuelas están muy vinculadas a la idea de la excelencia, a la potenciación de las fortalezas de cada universidad.

Se da por hecho que un doctor debe tener, entre otras, las siguientes competencias: comprensión sistemática de un campo de estudio y dominio de las habilidades y métodos de investigación; capacidad de realizar un análisis crítico y de evaluación y síntesis de ideas complejas; aptitudes de comunicación con la comunidad académica y con la sociedad; capacidad de fomentar, en contextos académicos y profesionales, el avance científico, tecnológico, social, artístico o cultural dentro de una sociedad basada en el conocimiento; diseñar, crear, desarrollar y emprender proyectos innovadores en su ámbito de conocimiento; trabajar en un contexto internacional o multidisciplinar; integrar conocimientos, enfrentarse a la complejidad y formular juicios con información limitada; y la crítica y defensa intelectual de soluciones.