Actualizado 08/07/2010 14:00

José Cavero.- Rajoy vuelve a callar.

MADRID 8 Jul. (OTR/PRESS) -

El presidente del PP ha vuelto a emplear su táctica de esperar, en silencio, y lanzar a uno de sus colaboradores por delante. La ha empleado, por ejemplo, cuando el fallo del TC: envió por delante a Sáenz de Santamaría para proclamar un "hemos ganado" del que él, más tarde, se desentendió. Envió por delante a Dolores de Cospedal para insultar a Montilla como fascista y marxista, de lo que también, unas horas más tarde, se desentendió y marginó. Ahora, Rajoy vuelve a callar en el caso Ripoll, aunque ha enviado por delante a su portavoz González Pons, quien no ha dudado en apuntar a Rubalcaba como autor de una patraña y una maniobra de desprestigio del PP de la Comunidad Valenciana. Como indica una crónica de El País, "da igual lo que pase. Mariano Rajoy ha decidido seguir fiel a su libro, y ese libro incluye trabajar como si los casos de corrupción en su partido no existiesen, con la idea, repetida en su entorno, de que a los ciudadanos les interesa la crisis económica y nada más. La Comunidad Valenciana, hasta hace bien poco un ejemplo de gobierno del PP que Rajoy citaba en todos sus mítines, escenario de sus mejores baños de masas, tiene a Francisco Camps, su presidente regional, imputado por cohecho impropio e implicado en posible financiación ilegal; a su líder en Castellón, Carlos Fabra, a punto de sentarse en el banquillo, y ahora a su líder en Alicante, José Joaquín Ripoll, detenido por presunta corrupción, y puesto en libertad la noche del martes. Mientras en el PP, a todos los niveles, se extiende una enorme preocupación de fondo, sobre el agujero negro del partido en esta comunidad. Rajoy se limitaba a proclamar: "Qué calorcillo". Fue lo único que dijo ante las preguntas de la prensa.

Parece evidente que Rajoy no tiene nada que decir, o no quiere decir nada, sobre el asunto, al menos de momento. O lo que sabe no le conviene contarlo, o lo que adivina tampoco. Lo cierto es que el líder obvió el escándalo en un discurso en Torrijos (Toledo), en el que, sin embargo, pidió al PSOE explicaciones por la crisis de Caja Castilla-La Mancha. Tanto antes como a la salida del acto se negó de nuevo a contestar las preguntas de los medios. El líder, según fuentes del PP, tenía noticias de que esto podía suceder, pero de momento no ha pensado una respuesta. Sus portavoces remiten a las declaraciones de Camps, como si el asunto fuera una cuestión local. Sin embargo, tras la liberación de Ripoll, el vicesecretario de Comunicación, Esteban González Pons, exigió al ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, "explicaciones inmediatas" sobre una operación "de resultado desastroso". Pero sucede que Ripoll no es sólo un líder local. Es un todopoderoso barón provincial que, para la dirección nacional, cuenta mucho. Tanto Dolores de Cospedal como Ana Mato han tratado de apoyarse en él en los últimos meses para gestionar la crisis del PP valenciano y pedirle que no hiciera sangre con Camps, su gran rival. El propio Rajoy lo ha recibido en su despacho hace poco, según fuentes de la dirección, precisamente para tratar la crisis del PP valenciano. Esto es, Ripoll, aunque para el gran público del resto de España no sea un personaje conocido, es un dirigente clave para Rajoy, pese a que están distanciados por el enfrentamiento de este último con Camps.

Recuerda, por cierto, el diario El País que el líder Rajoy, Cospedal y Mato también han hablado mucho en estos meses con Fabra, del que Rajoy llegó a decir que es un "ciudadano y un político ejemplar", pese a que un informe detalla que movió en seis años 5,3 millones de euros, 73 veces su sueldo oficial, en sus 94 cuentas bancarias, y defraudó a Hacienda 1,7 millones. El entorno de Camps, más preocupado de la guerra interna que de la imagen del PP valenciano, está ahora satisfecho porque ve a un enemigo, Ripoll, zaplanista, en apuros. Algunos han comenzado ya a pedir la cabeza de Ripoll. Sin embargo, como sucede con el caso Fabra, Camps no puede echar a nadie por el hecho de estar imputado, porque él mismo lo está. Y Rajoy calla a la espera de más y más favorables datos del nuevo asunto turbio...

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