Actualizado 30/08/2008 02:00

José Cavero.- Solbes resiste las presiones

MADRID 30 Ago. (OTR/PRESS) -

"Solbes no afloja" es el significativo gran titular de la portada de La Vanguardia de este viernes, y que refleja el tono de la comparecencia del vicepresidente y ministro de Economía y Finanzas, Pedro Solbes, en el Congreso de los Diputados. Solbes añadió bien poco a lo que expuso en los primeros instantes de abordar esta cuestión de la financiación autonómica, que se está demostrando ya una tarea "de difícil aliño", o como nos han repetido el propio vicepresidente y el presidente Zapatero, "una negociación larga y difícil". Algunos otros cronistas de esa sesión del jueves en el Congreso insisten en que no hubo atisbo de flexibilidad en el vicepresidente, o en su advertencia tajante, de que si, finalmente, no se produjera ningún acuerdo, el Estado explicará su criterio, topo ello después de reiterar que todas las Comunidades se beneficiarán de los nuevos criterios que tratan de imponerse, aunque no, naturalmente., en la medida que ellas quisieran. Los mensajes de Solbes han tenido y tienen, sobre todo, unos destinatarios bien conocidos, los políticos catalanes, que ya iniciaron esta batalla de la financiación con la reclamación de las balanzas fiscales y que han continuado su línea reivindicativa señalando la que, a su juicio, sería la fórmula que conviniera a Cataluña, a saber, que el Estado renuncie a una parte de sus ingresos, -unos 12.000 millones a repartir entre quince- , y los reparta entre las distintas Comunidades, de lo que Cataluña se beneficiaría en unos tres mil. Unas cuentas que, ciertamente, significarían una cuantiosa mejoría para Cataluña, aunque no en la misma proporción para las distintas regiones.

Los políticos catalanes, desde Montilla a Ridao, pasando por Sánchez Llibre, portavoz de los convergentes en el Congreso, o Castells, el conseller que se ha puesto en cabeza de las reclamaciones, han pretendido hacer un bloque conjunto y sin fisuras, aunque no les está resultando fácil tal tarea, como no lo fue su anterior propósito de establecer otro bloque de las Comunidades más solidarias con el conjunto del Estado, o que más aportan al Estado, entre las que Cataluña es la tercera o la cuarta región autonómica, después de Madrid, Baleares y Valencia. Es evidente que Cataluña pretende que se impongan sus criterios, por más que, obviamente, perjudicarán a todas las restantes. Y para ello no duda en recurrir a cualquier amenaza, entre ellas la de votar en contra de los presupuestos generales del año que viene, reclamar el Cupo y Concierto al modelo vasco, insultar a los naturales de otras regiones, como los extremeños, solicitar que la negociación sea "de Nación catalana a Nación española", o protestar porque se haya vulnerado el Estatuto catalán, aún en manos del Tribunal Constitucional. Finalmente, pudo parecer que había un acuerdo para que la negociación se llevara a cabo sin las apreturas de los plazos, y en ese sentido pactaron la vicepresidenta De la Vega y el conseller de Interior Joan Saura, de ICV, pero el propio Montilla y su tripartito, a la vista de las tensiones originadas por dicho acuerdo, han preferido ignorarlo, cuando no atacar al firmante catalán...

No parece que los políticos catalanes, responsables de todas estas estrategias cambiantes y con único propósito -más dinero, mucho más dinero-, hayan advertido el alto coste que están teniendo esta actitud en el conjunto del Estado. Si ya históricamente se han ganado algunas famas más o menos merecidas, como la de "agarrado" o escasamente generoso, ahora están llevando al límite esos mismos principios de que Cataluña debe ver repercutidos en sí mismos, antes que en nadie más, los beneficios de su desarrollo.

José Cavero.

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