MADRID 29 Feb. (OTR/PRESS) -
Ya hace tiempo que las víctimas del terrorismo doméstico, también llamado violencia de género, está causando muchísimas víctimas mortales más que cualquier otro terrorismo. Sin ir más lejos, la banda terrorista ETA, a lo largo de los cuatro años de la legislatura que estamos terminando contabilizó cuatro muertes, dos en la terminal cuatro d e Barajas y otros dos en Capbretón, Francia. Cuatro mujeres fueron asesinadas el pasado martes en España, y este año, al paso que vamos, se batirán todos los récords en este tipo de muertes violentas.
Muchas de ellas, por cierto, cometidas entre inmigrantes extranjeros residentes en nuestro país, y que posiblemente acumulan a sus esfuerzos por integrarse y vivir una relación difícil en su propia casa o en sus relaciones de pareja. Lo cierto es que nadie parece tener solución alguna a un problema de tanta envergadura. Los partidos, y en particular el PSOE, propiciaron y aprobaron una ley de la que pudo esperarse algo o mucho, y que se viene demostrando perfectamente insuficiente y hasta inoperante.
La ley no basta. Las medidas adoptadas para que la Justicia sea operativa en esta tarea disuasoria, tampoco. Hay cuatro mil hombres recluidos en cárceles por causa de violencias domésticas. Pero nada de esto es suficiente. Ni las manifestaciones en la calle, ni el activismo feminista. Por cierto, ¿no tendría algo que decir la Conferencia Episcopal, teóricamente atenta a los problemas de la sociedad española? Calla de manera escandalosa, una vez más, como ante los escándalos económicos, financieros, urbanísticos... Tan sólo parece preocuparle el aborto, el matrimonio entre homosexuales o la educación para la Ciudadanía.
Por cierto, en esta asignatura sí podrían ponerse muchas esperanzas: Porque la criminalidad machista es cuestión, sobre todo, y en primer lugar, de educación general básica, de educación para la formación de ciudadanos. Ahí, en la escuela o el colegio, deben establecerse los criterios morales, ciudadanos y de convivencia en una sociedad democrática. La Educación para la Ciudadanía tardará unos años en dar resultados, claro está, pero posiblemente no hay otra fórmula eficaz. Tal vez la educación extraescolar, los cursillos para integración de los inmigrantes en la sociedad española...
Por lo demás, esta materia deberá abordarse, y con la crudeza que merece, en el segundo y definitivo cara a cara de Zapatero y Rajoy del lunes. Es una materia hasta ahora prácticamente ignorada por ambos líderes, como lo han sido otros asuntos nada despreciables: la corrupción urbanística y la corrupción de cualquier tipo, por ejemplo. Esos vacíos de los mítines deberán ser atendidos en esa revancha del lunes en la que los dos contrincantes tienen puestas todas sus esperanzas. Y no en vano. Aunque la ventaja de zapatero en las encuestas se viene reforzando, ese duelo deberá resultar decisivo o determinante...
José Cavero