Actualizado 08/06/2008 02:00

José Luis Gómez.- A vueltas con España.- Menudos tipos

MADRID 8 Jun. (OTR/PRESS) -

Suele destacarse mucho -y es verdad- que España ya no decide sus tipos de interés, una vez que, con el euro, la política monetaria quedó fuera del alcance del viejo banco emisor de la madrileña plaza de Cibeles. Pero hay al menos una pequeña parte de este principio general que no es cierta. Los tipos son los que son en Europa porque hay inflación, y una parte de esa inflación alocada se genera en España, donde el Gobierno y otros agentes económicos sí tienen capacidad de incidir para rebajarla mediante distintas políticas de su competencia.

En España no sólo hay inflación por la subida de los productos petrolíferos y otras fuentes de energía, sino también porque hay servicios ineficientes, hay redes de distribución poco liberalizadas y quedan restos del proteccionismo franquista que ni éste ni ningún otro gobierno democrático ha querido afrontar. La inflación se genera cuando la demanda crece por encima de la oferta pero también cuando el gasto público no se acompasa con la generación de recursos y cuando los salarios aumentan por encima de la productividad. También afectan los costes de producción y los beneficios empresariales. Si hacemos autocrítica, veremos enseguida la raíz del problema, del mismo modo que observaremos cómo determinados profesionales -notarios, registradores y otros funcionarios- gozan, por ejemplo, en España de unos privilegios que no tiene la mayoría. En resumidas cuentas, que España tiene una economía poco eficiente, vive por encima de sus posibilidades y, como consecuencia de todo ello, no es competitiva en el exterior, de ahí los tremendos desequilibrios comerciales. Y de eso no podemos echarle la culpa a Jean Claude Trichet.

Estos problemas no son nuevos y fueron subrayados una y mil veces por los economistas más rigurosos durante los tiempos de las aparentes vacas gordas, sin que el Gobierno quisiera tomarse en serio ciertas debilidades estructurales que, llegada la crisis, no habrá más remedio que encarar. Podemos refugiarnos en destacar que el sistema financiero está cada día más alejado de la dimensión social de su negocio, incluso creer que en el Banco Central Europeo hay unos tipos que viven fuera de la realidad de la calle, pero ni esos tipos ni los tipos (de interés) que ellos nos aplican son producto de caprichos, sino de una mala gestión económica, no ya del Gobierno, sino de toda una sociedad europea ahora asomada a una crisis muy profunda, ante la que sólo cabe tomar medidas a diversos niveles. Ya lo dijo Ernest Hemingway: el primer signo externo de un país mal gobernado es la inflación y el segundo es la guerra. Ambos producen el mismo efecto: la ruina permanente del país que los padece.

José Luis Gómez

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