José Luis Gómez.- A vueltas con España.- Un país de precampaña

MADRID 6 Ene. (OTR/PRESS) -

En apenas unos días, casi unas horas, la precampaña del 9-M alcanzará su pleno apogeo, en un escenario incierto en cuanto al resultado, lo que reforzará todavía más la importancia del momento político que se vive en España. En los últimos años, la verdad es que el país recuperó el peor espíritu del pasado, con mucho debate político estéril, sectario y partidario, y tampoco parece muy probable que esto vaya a cambiar ahora de repente. No estamos en una liga con equipos como el 'dream team', sino más bien ante escuadras rocosas, partidarias del juego subterráneo, en el que hay auténticos especialistas de la escuela de Panadero Díaz y Ovejero.

Curiosamente, la España de Zapatero no va del todo mal, lo que plantea también dudas sobre la incidencia real del debate político en el funcionamiento del país, en el que todo es mucho más normal y racional, entre otras cosas porque la mayoría de la gente no tiene tiempo para tonterías. Aún así, a largo plazo estas cosas suelen pagarse, por lo que tampoco es cuestión de restar importancia a la política. Grandes debates como el de la calidad de la educación, la investigación científica, la política territorial y la modernización económica y social -donde hay liberalizaciones pendientes- siempre estarán ahí y, al menos en parte, dependerán del Gobierno de turno.

Este tipo de carencias de la clase política y de los partidos suelen ser corregidas en los países democráticos por las aportaciones de la prensa independiente, cuyo papel siempre ha sido imprescindible en cualquier democracia. Pero como las desgracias nunca vienen solas, resulta que en este caso también hay mucho margen para la autocrítica, especialmente por parte de aquellos medios que han recuperado los mejores momentos de la prensa de partido del siglo XIX, con el agravante de que ahora ni siquiera se debate sobre las ventajas e inconvenientes del liberalismo o el socialismo, sino sobre auténticas chorradas que distraen la atención y marcan una pobre agenda política, sin parangón en otros países occidentales.

José Luis Gómez