Hasta hace unos días apenas aparecían noticias sobre Birmania en los medios de comunicación, sin embargo en aquel lejano país desde hace varias décadas sus ciudadanos viven bajo un régimen de terror.
Occidente, nuestro confortable mundo, viene mirando hacia otro lado. Ni el presidente Bush, ni ninguno de sus antecesores en el cargo se han conmovido porque en Birmania la gente desaparezca, la torturen, la asesinen, y los que viven lo hagan en la más absoluta miseria.
Bush bombardeo Irak para instaurar en aquel país un régimen democrático porque a lo que parece el presidente norteamericano no podía soportar la maldad de Sadam, pero no siente lo mismo respecto a Birmania, China, Corea, y tantos otros países donde sus ciudadanos sufren una dura opresión. Pero no es solo el presidente Bush a quien no le importa Birmania, tampoco la Unión Europea, ha estado, ni parece estarlo, demasiado preocupada.
Han tenido que salir los monjes budistas a la calle dado lo insoportable de la situación para que sus imágenes hayan dado la vuelta al mundo y el mundo, nuestro mundo, haya tenido que mirar en la terrible realidad de Birmania. Bien es verdad que al régimen birmano poco le importa la presión internacional, y China que es el país de referencia de Birmania, el único que puede ejercer cierta presión, es una dictadura igualmente feroz por más que se este lavando la cara permitiendo un remedo de libre comercio.
Me pregunto si donde están todos aquellos que gritaron contra la guerra de Irak, y por qué no convocan para salir a la calle y gritar alto y claro contra el horror en Birmania, y para pedir a los gobiernos occidentales que hagan algo.
En los últimos días se ha intensificado aún más si cabe la represión, y se cuentan por miles los muertos y desaparecidos. ¿Haremos algo o continuaremos mirando hacia otro lado? ¡Queda tan lejos!
Julia Navarro.