Escaño cero.- El niño de El Royo

Europa Press Sociedad
Actualizado: martes, 24 abril 2007 12:37

Hace unos años un juez tomó una decisión que ha afectado y afectará el resto de su vida a un niño llamado Diego. Diego vivía con una familia que le quería adoptar. El niño era feliz, sus padres adoptivos le daban cuanto puede desear un niño: cariño y seguridad. Los padres biológicos de Diego sufren un tipo de trastorno mental que hizo que la Junta de Castilla y León decidiera en su día que el bien del menor no estaba en seguir con sus padres biológicos.

Pero ya digo que un buen día un juez decidió revocar esa decisión ordenando que Diego se fuera a vivir con su madre biológica. Los medios de comunicación de toda España se hicieron eco del problema del niño de el Royo, que es donde vivía Diego con sus padres adoptivos. Estos sufrieron un duro revés al tener que devolver a Diego, al que ya tenían por hijo.

En aquellos momentos el niño era feliz, perfectamente integrado en su nueva familia, se le notaba un crío querido. Pero el señor juez decidió que el pequeño debía regresar con su madre, que la enfermedad mental de ésta no sólo no era obstáculo para el desarrollo de Diego, sino que la presencia del niño podía ayudarle a curarse. La verdad es que la decisión del juez dejo estupefacta a la sociedad, nadie entendía cómo podía el magistrado creer que el niño iba a estar mejor con su madre biológica que con sus padres adoptivos.

Para el niño significó un desgarro separarle de los que tenía por padres, para éstos un dolor profundo la separación. Años después, Diego, según contó la prensa, mendigaba con su madre a las puertas de un metro en Madrid. La vida del niño no ha sido un sendero de rosas desde entonces, y ahora la Junta ha decidido volver a reclamar la tutela del menor e incluso baraja el volver a darle en adopción en vista de que su madre no está en situación adecuada para darle a Diego una vida estable. El niño, dice la prensa, falta al colegio, aparece y desaparece.

Si años atrás un juez no hubiera decidido separar a Diego de sus padres adoptivos, hoy el pequeño no tendría que enfrentarse al trauma de volver a un centro de acogida y de ahí a que le busquen otros padres. La vida de Diego sería la de cualquier otro niño, pero resulta que un juez decidió que para la curación de la madre la presencia del niño era necesaria. Desde entonces la vida de Diego no parece que haya sido la adecuada, y a lo que parece su madre continua sin curarse.

No sé, pero en lo que se refiere a los niños, uno piensa que no debe de hacerse experimentos, que el interés del menor está por encima de cualquier consideración, incluido el bienestar de su madre. A mí me parece que a Diego le han fastidiado años cruciales de su vida, y supongo que el juez en cuestión que le separó de sus padres adoptivos debería reconocer que se equivocó, que, sin pretenderlo, ha hecho daño a un chiquillo.

Aquella decisión del juez, contestada desde muchas instancias, la ha pagado cara Diego. Esperemos que al pequeño le dejen reencontrar la infancia que le han robado las decisiones erróneas de los mayores.

Julia Navarro.

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