MADRID 9 Mar. (OTR/PRESS) -
El gobierno que salga de las urnas el domingo se va a encontrar una situación económica muy delicada tirando a grave. Para resolverla va a hacer falta algo más que las recetas populistas esgrimidas por el PP y el PSOE a lo largo de la campaña para los comicios del 9-M. Desde luego, la superación de la crisis no será posible si se ponen en marcha los mil programas de gasto ofrecidos por los dos grandes partidos a los ciudadanos para comprar su voto. Los recursos son siempre escasos y lo son más aún en las fases de desaceleración. Toca apretarse el cinturón y dejarse de dispendios o, al menos, esperar mejores tiempos para gastar. El estado y las familias han de entrar en un período de austeridad.
Ante la situación que se nos viene encima, España necesita una reedición acentuada de la política económica desplegada por el PP entre 1996 y 2004. Esto implica que el Estado gaste menos de lo que crece la economía, que se reduzcan los impuestos a los hogares y a las compañías, que se liberalicen los mercados, en fin, aplicar una estrategia de corte liberal que es la exigida por las circunstancias y la 'única' capaz de sacarnos del pozo en el que cuatro años de ineptitud y autocomplacencia nos han metido. Aunque ha adoptado inquietantes tintes populistas en los últimos tiempos, el Partido Popular tiene más credibilidad para realizar esa tarea.
Los socialistas ofrecen lo de siempre: más gasto público, más regulación de la economía etc. Ese no es el camino que hay que seguir para recuperar la senda de un crecimiento estable generador de empleo y de riqueza para todos. Si el PSOE gana tendremos al frente de su equipo económico a la misma persona que ha malgastado la mejor herencia recibida por cualquier gobierno desde la instauración de la democracia. ¿Por qué va a ser un buen gestor de la crisis quien no lo fue de la bonanza? Obviamente, esa pregunta no tiene una buena respuesta para el Sr. Solbes.
Lorenzo Bernaldo de Quirós