MADRID 9 May. (OTR/PRESS) -
El desempleo alcanza su máximo histórico desde 1998. En sólo tres meses el paro ha aumentado en más de trescientas mil personas. La velocidad de deterioro del mercado laboral es espectacular y, por desgracia, seguirá acentuándose a lo largo de este año. Aunque es complicado hacer pronósticos no resulta exagerado pensar que el ejercicio 2008 se cierre con 600.000 desempleados más. La economía española que lideró el proceso de creación de empleo en la Eurozona entre 1996 y 2004, ha pasado a convertirse en la que más puestos de trabajo destruye. Esta situación es inquietante y pone de relieve la ausencia de reformas que permitirían abordar la crisis económica en la que estamos inmersos sin generar un paro masivo.
Ante esta situación, el gobierno ha abierto el diálogo social con la patronal y con los sindicatos. Esto está muy bien pero no constituye per se una solución al problema. Lo importante es si un pacto de esa naturaleza sirve para combatir la dinámica bajista del empleo y reducir el paro. Conseguir esos dos objetivos exige emprender cambios radicales en las instituciones del mercado de trabajo, que es uno de los más rígidos de los países desarrollados junto al de Francia e Italia. En España, los costes del despido son demasiado altos de la OCDE. Las cuotas a la Seguridad Social son las más elevadas del mundo desarrollado, lo que encarece la contratación. La estructura de la negociación colectiva impide reflejar las diferencias de productividad de los trabajadores y la situación de las empresas etc.
En ese contexto es imposible evitar que el paro se dispare cuando la economía se desacelera. En España está pendiente una reforma fundamental del mercado de trabajo que le de la flexibilidad suficiente para ajustarse con rapidez y con los menores costes sociales a los cambios del entorno. Si bien se ha avanzado algo en la visión por parte de los agentes sociales de la estrecha conexión "rigidez laboral-paro", nunca se han dado los pasos coherentes para responder a ese dilema. Ahora bien, si España no liberaliza con rapidez y profundidad su mercado laboral, volveremos a tasas de desempleo de dos dígitos en menos que canta un gallo.
Lorenzo Bernaldo de Quirós