MADRID 11 Ene. (OTR/PRESS) -
La Comisión Europea publicó el lunes pasado su batería de indicadores de expectativas para la UE que reflejan su desplome en España. La confianza de los consumidores, la del comercio minorista, la de los servicios, la de la construcción, la de la industria y, en el global, de sentimiento económico, se ha hundido en la Vieja Piel de Toro. Las familias, las empresas y los inversores consideran que la economía española va mal e irá peor en 2008. El fantasma de la estanflación comienza a planear sobre la escena nacional y la sensación de crisis está ya asentada en los ciudadanos. En este marco, lo patriótico no es negar la realidad, sino asumirla para poder enfrentarla.
El número de parados a final de año es superior al que había a comienzos de la legislatura. La inflación se sitúa en el 4,3 por 100, el déficit exterior supone el 10,1 por 100 del PIB, el poder adquisitivo de los salarios es inferior al de hace cuatro años, los tipos de interés a corto plazo están en el 4,85 por 100 frente al 2,06 en marzo de 2004. Los ejemplos podrían multiplicarse. El balance de Solbes es mucho peor que el que se encontró el PSOE cuando ganó los comicios hace cuatro años, pero es muy parecido al que dejó al PP en 1996, una economía desequilibrada al borde del K.O técnico.
El Gobierno sigue aferrado a un triunfalismo voluntarista. El Presidente del Ejecutivo proclama que la economía nacional atraviesa su "mejor momento" de los últimos decenios en clara oposición a la realidad reflejada por los datos y a la percepción de la coyuntura que tienen los agentes económicos. Se ha abierto una brecha clara entre cómo ve las cosas la España oficial y cómo las contempla la España real. Por vez primera, en casi quince años, los españoles han perdido su fe en que el futuro para ellos y para sus hijos sea mejor. Así lo muestran "todas" las encuestas y sondeos públicos y privados, nacionales e internacionales. Este es un cambio sustancial y se ajusta a la España que ha fabricado el PSOE en cuatro años, la de las expectativas limitadas.
En medio de la crisis, el silencio del equipo económico del Gobierno es sorprendente. Y la pregunta que se plantea es muy sencilla: ¿Si no han sabido gestionar la economía cuando iba bien, cómo es posible creer que administrarán mejor los malos tiempos? El PSOE ha dejado pudrirse una herencia envidiable y no ha querido, podido o sabido preservarla. La han dilapidado en cuatro años de mal gobierno. En este marco, la figura de Solbes adquiere rasgos de tragicomedia. Durante cuatro años, la principal justificación de su parálisis podría resumirse en los siguientes términos: "evita males mayores". Por desgracia, ni ha sucedido eso ni es suficiente. España precisa un ministro de Economía capaz de defender e impulsar las políticas correctas. No basta con componer gesto estoico, alzar los hombros con sonrisa de complicidad y apelar al "patriotismo económico" para frenar las críticas a una pésima gestión.
Lorenzo Bernaldo de Quirós.