MADRID 7 Oct. (OTR/PRESS) -
Dentro del socialismo español hay personas muy listas, y Pepiño Blanco es uno de los más astutos. Cumple muy bien su papel, con notable brillantez, y encarna casi rondando la perfección el personaje que, en su tiempo, ocupó Alfonso Guerra. Alfonso Guerra, además de listo es inteligente, quiero decir que añadido a la inteligencia pragmática posee hondura en el análisis y capacidad de abstracción. A lo mejor, Pepiño, también, es posible, los hechos lo corroborarán.
Desde luego el hallazgo retórico de que los culpables de lo que nos ocurre lo tiene Bush, por un lado, y Rajoy, por otro, merced a su empeño en desconfiar y, por tanto, generar desconfianza, resulta brillante. Se trata de uno de esos argumentos de choque de gran impacto y que neutralizan una situación difícil. Pero el problema fundamental es que la situación difícil no es pasajera, sino que tiene visos de pertinaz, y un crecimiento del paro al 30% pone en serias dificultades a muchos votantes, a los que el consuelo de las explicaciones les sabe a poco, entre otras cosas porque les resulta imposible reclamarle a Bush, por lo lejos que está, y tampoco a Rajoy, porque no gobierna.
La retórica es muy eficaz en situaciones pasajeras y, sobre todo, en situaciones que no sean profundamente graves. En inundaciones, terremotos y otras catástrofes, hay que acudir en socorro de las víctimas y aplicar medidas de desalojo, por muy molestas que sean. En esa situación, cuando las llamas amenazan las viviendas, a nadie se le ocurre decir que la culpa es de los pirómanos, de los meteorólogos o de la fatalidad. El que está encima del tejado espera una barca, y el que ve como el humo le ahoga un hidroavión, que apague momentáneamente el peligro hasta que llegue el equipo de rescate. Y pese a que en el PP abundan los expertos en retórica, el bajón en las encuestas del PSOE les debería estimular a trabajar en sectores diferentes de la dialéctica.
Luis Del Val.
www.luisdelval.com