MADRID 24 Sep. (OTR/PRESS) -
Hace unas pocas semanas la delegada del Gobierno en Madrid sufrió un gravísimo accidente que la retuvo en la UCI casi un mes, y unos justicieros de izquierda se manifestaron delante del centro sanitario público, donde la atendían, para que se fuera a una clínica privada, no sabemos si para ahorrar del presupuesto o para intentar que, dado su estado, falleciese en el trayecto. El Rey de España, puede que temiendo que hubiera manifestaciones similares, si se iba a un hospital de la Seguridad Social, se ha marchado a operarse a un centro privado, y Cayo Lara, del Partido Comunista de España, ha declarado que tendría que haberse ido a un hospital público para dar ejemplo. Para dar ejemplo del sistema de seguridad, porque entra el Rey en un hospital de la Seguridad Social, desalojan una planta, la llenan de policías con uniforme y sin uniforme, y los sufridos familiares que vayan a ver a un enfermo tienen que transitar por las dependencias con el DNI sujeto entre los dientes y las manos en alto. Todavía se recuerda en el Hospital de la Paz la llegada del general Franco el 14 de octubre de 1975 y su permanencia hasta el 20 de octubre, donde ser médico en La Paz equivalía a ser espía estadounidense en el Berlín Oriental. Y he puesto ese ejemplo, que me imagino que puede ser del agrado de un veterano comunista.
Es difícil acertar con los comunistas en particular y con la izquierda en general. Posiblemente el Príncipe Felipe tendría que haber ido a una escuela pública, según el criterio de nuestro ilustre comunista, y el Rey vestirse en algún chino del todo a cien para recibir las credenciales de los embajadores. Claro que no se pierdan la tontería simétrica de algunos especímenes de la derecha que lo que les ha escandalizado en las comilonas de UGT y Comisiones Obreras no es que se pagaran con cargo al contribuyente, a través de la benevolente y siempre protectora de la hostelería Junta de Andalucía, sino que lo que les ha sorprendido es que a los sindicalistas les gusten los langostinos y el foie, como si la lucha de clases supusiera gustos diferentes en la mesa o con el carnet sindical proporcionaran ordenanzas estrictas de consumir bocadillos de caballa con pimientos. Lo que demuestra que lo más parecido a un tonto contemporáneo de derechas es un tonto contemporáneo de izquierdas.