Sale adelante la ley de ampliación del aborto por un ancho margen de votos en el pleno del Congreso de los Diputados, con la oposición del grupo parlamentario del PP. Las mejoras introducidas al texto inicial han propiciado que la ley prospere con votos más que de sobra, con el apoyo de toda la izquierda y del PNV. ¿Habrá que recordar que esta norma no obliga a nadie a abortar, como a nadie obligaba, por ejemplo, la ley del matrimonio homosexual y otras referidas a ampliación de los derechos de las personas? Curiosamente, bueno, y sin curiosamente, quienes se muestran en contra de estas reformas legales luego son los primeros en utilizarlas en su vida personal, como todos sabemos de sobra, en el colmo de la incoherencia y/o del cinismo. Siempre la doble moral, que les hace distinguir perfectamente entre su ropaje ideológico de apariencias y la realidad de su comportamiento privado. Estamos del todo saturados de comprobar esa doble vida, que les libra de la excomunión pero no de la mirada del Dios justiciero en el que dicen creer, ese Dios que es una deformación del verdadero.
Cuando hace 25 años se debatió y luego se puso en vigor la ley hasta ahora vigente, asistimos por primera vez al espectáculo en el Parlamento y en la vida civil. Luego nos percatamos de que muchísimas ciudadanas teóricamente contrarias a la reforma, ya no tenían que irse a Londres o a donde fuese sino que se quedaban aquí para la práctica de la interrupción del embarazo. Durante los ocho años de Gobierno del PP, entre 1996 y 2004, nadie movió un dedo para cambiar aquella legalidad y volver al pasado, ni siquiera en aquella segunda legislatura en que disfrutaron de amplia mayoría absoluta. En esos ocho años se practicaron quinientos mil abortos y a nadie de aquel Gobierno y de aquel partido se le cayeron los palos del sombrajo. Tampoco la Conferencia Episcopal se puso brava y no les conminó a nada, a sabiendas de que dejarlo así equivalía a votar a favor del aborto. Con la reforma de ahora pasará lo mismo, ya lo verán, en el caso de que alguna vez el PP vuelva al poder del Estado.
Pedro Calvo Hernando