Actualizado 21/11/2007 01:00

Pedro Calvo Hernando.- Blázquez y Tarancón

MADRID 21 Nov. (OTR/PRESS) -

Está bien el esfuerzo que alguien ha hecho en el PP para conseguir que su convención electoral del fin de semana se ocupase de temas alejados de sus obsesiones de estos casi cuatro últimos años, por mucho que hayan estado presentes algunas de ellas, si bien de una manera menos esperpéntica de lo habitual. Su propuesta de eximir del pago del IRPF a los que ganen menos de 16.000 euros al año es una especie de simpático brindis al sol, que nadie ha cuantificado ni calculado en sus caminos ni en sus consecuencias, por ejemplo, la pérdida de 25.000 millones de euros. Pero es verdad también que la han presentado con todo lujo de parafernalia y que incide en un terreno muy sensible, lo que abre una sana e interesante polémica. Pero me pregunto cuánto les durará la racha y si Rajoy terminará asistiendo a esa extemporánea manifestación de la AVT.

Son mucho más interesantes otros asuntos como las declaraciones de Durao Barroso sobre la cumbre de las Azores y el desafío de Ana Botella de sostener con él un debate para rebatirle lo de que fue engañado por Bush, por Blair y sobre todo por Aznar. Lo mismo digo del 20-N y los disturbios de la extrema derecha fascista que lo han rodeado. Y no digamos la corrupción en el Ayuntamiento de Madrid, que promete ser un culebrón sin fin.

Pero la estrella de la actualidad de la última hora es la maravillosa declaración del presidente de los obispos españoles, monseñor Blázquez, con su petición de perdón por algunos comportamientos de la jerarquía española, como en el caso de la guerra civil, y esa reivindicación del cardenal Tarancón, ahora que se cumple el centenario de su nacimiento. La cosa ha caído mal sobre todo en la costra dura del PP y seguro que en la mente de muchos obispos, aunque no así en otros, que no se atreven a manifestarlo, pero que están de acuerdo con su presidente. Era magnífico escuchar, horas después, las opiniones de quien fue su brazo derecho, el padre Martín Patino, palabras que reconfortan los espíritus de todo español progresista y harto de que le den gato por liebre desde la Iglesia y la política.

Pedro Calvo Hernando.

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