MADRID 18 Dic. (OTR/PRESS) -
Llegamos al final del 2013 rodeados de las más espesas incertidumbres que se recuerdan, empezando por el drama de la presión independentista en Cataluña, la corrupción desmadrada en todos los niveles del poder o aledaños y la historieta de esa luz que algunos ven al final del túnel económico. Se oculta y se miente con el mayor descaro de la historia, como cuando se dice que la justicia es igual para todos -que se lo pregunten a Garzón o a Elpidio-, o cuando se contemplan los muy distintos raseros según quién sea el receptor. Al mismo tiempo, la calle se impacienta y se excita ante tanta injusticia y tantas historias siniestras, mientras que al Gobierno -Gallardón, Fernández- no se le ocurre otra cosa que presionar en su cruzada antilibertades con una intensidad ya casi inabarcable, o -ministros económicos y presidente- no piensa nada más que en poner a prueba la ya escasísima resistencia de los ciudadanos ante la creciente pobreza, la escasez, la desesperanza, la ruina. ¡Ahora van a comprar un camión de disparar agua a presión contra los manifestantes!
El sentido de la oportunidad de los catalanes Artur Mas, Oriol Junqueras y demás es perfectamente descriptible. Pero a quién se le ocurre venirnos ahora, en la angustia que nos atenaza, con la que está cayendo, con la pesadilla del referéndum secesionista, qué falta de tacto, de consideración y de cariño, que tenga yo que decir esto cuando me he pasado décadas defendiendo sus reivindicaciones de mayores cotas de autogobierno y de respeto y amor a su cultura y su lengua, que son las nuestras, desde luego las mías. Niego de nuevo que un total respeto a la personalidad singular, la historia, la cultura, la lengua, la idiosincrasia, la economía, todo, de Cataluña entrañe la necesidad de su separación de España. Sin entrar ahora en que tal separación sea inviable desde todos los ángulos y, desde luego, del económico y el europeo. Y no sé si alguna vez escribí que son catalanes muchos de mis mejores amigos de toda la vida y que lo van a seguir siendo, cualquiera que sea su posición política. Pensad con sosiego.