Actualizado 05/06/2013 14:00

Pedro Calvo Hernando.- Se me dirá que pido lo imposible

MADRID 5 Jun. (OTR/PRESS) -

Estaba cantado que el clima de aparente disposición al pacto entre el Gobierno y el PSOE se toparía inmediatamente con todos los obstáculos imaginables. El Gobierno, por su parte, exigía reducir el pacto a un amén de los socialistas a lo que al Ejecutivo de Rajoy se le antojase. Rubalcaba, en nombre del PSOE, exigía cosas que sabía que los otros no aceptarían, como es el caso de la marcha atrás de la Ley Wert. Y eso que no exigían algo por completo prioritario, como sería la derogación del estatuto de RTVE que impuso el nuevo Gobierno nada más llegar al poder y sin dar pie a la imperiosa necesidad de mantener el estatuto de libertad e independencia del ente que el Gobierno Zapatero había conseguido por primera vez en la historia. Retroceder a la radiotelevisión heredera del franquismo fue uno de los primeros y grandes mazazos del Gobierno Rajoy. Ese obstáculo debiera ser retirado antes de soñar con ningún pacto político ni de Estado, pues de lo contrario todo sería falso e impresentable en términos democráticos.

Con esto no quiero poner en duda la necesidad de que todas las fuerzas políticas y sociales se esfuercen en conseguir los pactos o acuerdos que faciliten la lucha contra la crisis económica y contra las injustas imposiciones de Bruselas y/o de la Troika, aunque la condición que yo señalo como prioritaria me parece imprescindible para un pacto de Estado que merezca ese nombre. Tampoco me parece viable o útil un pacto exclusivo entre el Gobierno PP y el PSOE, dejando fuera a los demás partidos y a los sindicatos e incluso a los movimientos sociales que vienen acreditando un amplio apoyo de la opinión pública española. Se me dirá que pido mucho o que pido lo imposible. Puede ser, pero yo lo pido porque me parece de cajón a estas alturas de la película. Obviamente, yo no me posicionaría en contra de cualquier acuerdo parcial que sirviera para encontrar soluciones para algunos de los problemas concretos o sectoriales que nos aquejan. No hay que ser talibanes por nada. Ni siquiera para regatear una sonrisa por la disminución del paro en cien mil personas.

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