MADRID 21 May. (OTR/PRESS) -
Todos los vientos soplan a favor del poder monclovita y en contra del Partido Popular. Hasta el azar, en forma de fallecimiento del magistrado Roberto García-Calvo, echa abajo ese importante obstáculo que impedía la mayoría progresista en el Tribunal Constitucional, lo que elimina el peligro de que se fuesen al garete leyes tan importantes como el Estatut de Cataluña, que mantenía en vilo a tanta gente, Gobierno y Generalitat incluidos, en vista de que el PP se seguía negando a retirar el recurso. La mayoría será progresista, tanto si no se sustituye a García-Calvo como si se cumplen por fin las demoradas renovaciones del Constitucional y del CGPJ. Lo que en ningún caso ocurrirá es la sustitución del fallecido sin tocar todo lo demás. La injustísima situación creada por el PP ha venido a resolverse llevándose Dios al magistrado de trayectoria más retrógrada y ultraconservadora. La firmeza del presidente Zapatero frente a Ibarretxe este martes fulmina otro flanco de ataque de los duros peperos. Sus problemas judiciales por el Yak y el asesinato del cámara José Couso son losas sobreabundantes que caen sobre la cabeza de ese pobre partido.
Pero lo peor de todo para el PP está en el incesante agravamiento de su crisis interna, pues ha sucedido lo que más era de temer: la toma de partido de José María Aznar a favor del sector ultra y en contra de Mariano Rajoy y los suyos. La decisión del presidente fundador del PP y anterior presidente del Gobierno se produce después del desplante de María San Gil, que ya había sido un terrorífico golpe en la cabeza del todavía presidente del partido. Se equivocaban los que aseguraban que Aznar se mantendría al margen de esta guerra, pues él mismo había afirmado siempre que no intervendría en la marcha del partido. Ya sólo falta que Aznar pegue un puñetazo en la mesa y anuncie que es él quien se presentará como candidato al congreso de junio, frente a Rajoy, remedando lo que ya hizo Fraga hace veinte años. El anuncio de la integración del alcalde Gallardón en el nuevo equipo de Rajoy puede ser la gota que colme el vaso aznarista.
Pedro Calvo Hernando.