MADRID 13 Mar. (OTR/PRESS) -
La detención de varios jefes policiales de la Costa del Sol por presunta corrupción, esto es, por haberse presuntamente apropiado de diversos botines, trae de nuevo a la actualidad a una sección de la Policía a la que nunca le falta trabajo, y en la Costa del Sol, menos: la unidad de Asuntos Internos. Sin ella, y sin el buen funcionamiento que viene acreditando, el inmenso poder corruptor del dinero causaría mayores estragos de los que causa en la Policía, cuya probidad es de enorme transcendencia para que la Ley, de la que es garante, no sea arrinconada y finalmente abatida por las cada vez más numerosas mafias que operan en nuestro país. Pero más allá de los eventuales delitos cometidos por los agentes cuya persecución compete a esa unidad, cabe decir que el de la corrupción en todas sus modalidades es un gravísimo asunto interno por cuanto actúa endemizado y extendido en casi todos los sectores y ámbitos de la nación.
Sabido es que una de las principales causas de la caída de Felipe González fue la de los números casos de corrupción que salpicaron sus últimos gobiernos, pero desde entonces, aunque usando de mayor cautela, la corrupción no ha disminuido, sino antes al contrario. El del robo del suelo comunal por parte de ediles sin escrúpulos ha sido el género más detonante, no sólo por el descomunal monto de lo robado y del terrible impacto urbanístico habido por su causa, sino también por la espectacularidad de las redadas de Marbella y de otros enclaves. Pero de ahí para abajo, o para arriba, poco se ha descubierto y castigado pese a la mayor voluntad política del gobierno de Zapatero y a la mayor diligencia de las fiscalías en perseguir la corrupción. Han caído cárteles de la droga, mafias, franquicias españolas de las multinacionales del delito, pero otras corrupciones, como la de los Albertos, han gozado, cual goza la corrupción diaria y menuda de tantos ayuntamientos y organismos oficiales (amiguismo, nepotismo, clientelismo, comisiones, dedo...), de una asombrosa impunidad. El de la podre es, en fin, el gran asunto interno, y del que nadie habló, por cierto, en la campaña.
Rafael Torres.