Rafael Torres.- ¿Qué autoría intelectual?

MADRID 1 Nov. (OTR/PRESS) -

Pese al ingente y minucioso trabajo de reconstrucción realizado por el Tribunal que ha juzgado los hechos del 11-M, es natural que queden ventanas abiertas al misterio, pero en el caso de que no hubiera quedado ninguna, no faltaría gente dispuesta a abrirlas. Esa gente, que impulsada más por un propósito sectario que de búsqueda de la verdad echó a rodar mil y una patrañas para involucrar a ETA en la matanza de los trenes de cercanías y, de paso, deslegitimar la victoria socialista en las elecciones, no cesará en sus insidias por mucho que la sentencia emitida ayer las desacredite definitivamente, o que el Partido Popular, auspiciador de ellas, vaya optando, ante la evidencia judicial, por ir plegando velas.

Desmontadas las historias del Titadine, la Mochila, la Furgoneta, el Ácido Bórico, el "Informe" de Díaz de Mera y demás productos de fértiles imaginaciones que mejor podrían emplearse en trabajos más edificantes y benéficos, queda una última, o penúltima, a la que se agarran como a clavo ardiendo: la autoría intelectual de los atentados. La consideración de que la cuadrilla de hampones y fanáticos autora de la masacre no alcanzaba a idear por sí sola los atentados es, como sofisma, paupérrimo, y como conjetura, absurda. Para crear "El Quijote", "Las Meninas", los Jardines Colgantes de Babilonia, la Biblioteca de Alejandría o "La Pasión según San Mateo" se precisa, qué duda cabe, una autoría intelectual, pero para destripar con bombas a doscientos trabajadores y estudiantes que se dirigen de mañana, como todos los días, al trabajo, ¿qué intelecto se necesita? Antes al contrario; para eso no sólo no hace falta inteligencia ni ideación ningunas, sino que la posesión de un adarme de ellas imposibilitaría semejante acción. La ventana de la autoría intelectual se abriría, pues, a un estercolero.

Rafael Torres.