Actualizado 29/01/2008 01:00

Rafael Torres.- La compra del voto

MADRID 29 Ene. (OTR/PRESS) -

En la grosera puja preelectoral entre los dos grandes partidos nacionales para ver quién da más, osea, más dinero, la última oferta rebasa el ámbito de lo grosero para inscribirse en el de lo políticamente ignominioso. La propina de 400 euros que ofrece el PSOE a los electores si estos permiten con sus votos que continúe en el poder tras el 9 de marzo, no pertenece ya al género de la promesa abstracta, indefinida, de beneficios materiales que se conseguirían con una política económica y social mejor, sino al género descarnado de la compra del voto: Si ustedes me votan lo suficiente, cada uno recibirá 400 euros en metálico.

Así las cosas, lo de menos es, pese a lo escandaloso que resulta, esa nueva ronda de café para todos al que tan aficionado es el partido gubernamental: lo mismo para el rico que para el pobre, para el joven mileurista que para el que tiene tres o cuatro pisos apalancados, para el paupérrimo pensionista que para el alto funcionario, para el soltero sin cargas que para el que alimenta a una familia numerosa. Lo mismo para todos (¿se concibe mayor expresión de la desigualdad?), salvo, al parecer, para los autónomos, no vayan a ser autónomos también de pensamiento e inasequibles, en consecuencia, a la seducción de la propina. 400 euros, pues, para los asalariados, para el director de un banco o para el descangallado mensajero que no gana ni para echarle gasolina a la moto, pero eso no es, aun siéndolo mucho, lo más ofensivo de la oferta, sino la humillación que supone para el ciudadano, al que con ella se le considera un bulto pesetero que a la hora de apostar con su voto por el futuro de la nación, sólo le importa lo que en el más inmediato pueda caerle en el bolsillo.

Es cierto que por dinero, y más si es supuestamente gratuito, contante y sonante, mucha gente hace cualquier cosa, incluso votar lo que sea, pero no lo es menos que la política despojada del menor propósito de elevación moral, como ésta a la que están abonados el PP y el PSOE, se convierte en una porquería.

Rafael Torres.

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