MADRID 8 Abr. (OTR/PRESS) -
Al Partido Popular le ocurre un poco como al Barcelona y al Real Madrid, que se cree nacido para ganar, pero a diferencia de esos equipos en verdad punteros, el PP no ha ganado casi nunca. El problema que una percepción tan distorsionada de la realidad acarrea es, como todo problema artificial, de difícil solución, pues todos los enfoques con que se contempla adolecen de la misma irrealidad. Y esa irrealidad, que en el mundo del fútbol es tan consustancial como inocua, en el de la política es nefasta, por cuanto más allá de lo real, o cuando menos de la posible, no hay nada.
Siendo muy lamentable la incapacidad de blancos y culés para asimilar la frustración (la derrota), pues como queda dicho sólo admiten como normal, como obligatoria, la victoria, existe para ellos, empero, el correlato satisfactorio de una realidad que abunda en victorias precisamente. Sin embargo, el PP, que con los dos únicos éxitos electorales que le proporcionó Aznar se abonó a esa intolerancia de la frustración, no encuentra en la realidad, porque no las hay, el consuelo de otras victorias. O, mejor dicho, sí las hay, sí ha cosechado innumerables victorias en ciudades, pueblos y regiones, pero no las disfruta porque está emperrado en otra cosa, con la conquista de una otra cosa que hoy no está facultado para obtener: la confianza mayoritaria de la ciudadanía, no sólo de la hinchada incondicional, para entregarle la gobernación del Estado. Cuando en 1996 se la dio, bien que más por hartazgo de su rival que por los méritos propios, el PP hizo un uso tan lamentable de ella, que habrá de pasar mucho tiempo, y muchos acontecimientos, y mucho desgaste del PSOE, y muchas caras, y mucho olvido, para que los hados electorales vuelvan a premiarle en las urnas.
Lo que hoy existe en el PP es descomposición y un pasarse el marrón de las culpas de unos a otros. Por lo demás, que los popes del partido queden a comer en Zalacaín en tiempos de crisis, no le ayuda, siquiera a los ojos del público, a situarse en la realidad.
Rafael Torres.